Del #MeToo aL caso por caso

Por Sergio Aguilar

El #METOO va más allá de acusaciones de acoso sexual. En estas líneas pretendo establecer una postura personal al respecto, aunque lleve varias entregas. Comencemos.

Primero, un breve desvío. Una de las subversiones más interesantes de la clínica psicoanalítica de Lacan es pensar la diferencia sexual como diferentes lógicas de relación con el significante. Es decir, uno no es Hombre o Mujer por una diferencia biológica, sino que lo es por la lógica con la que establezca relación con la palabra.

La lógica masculina es la lógica de un Universal que carga una Excepción. Esto es el cumplimiento del famoso refrán “la excepción que cumple la regla”: a todo conjunto de imposiciones, por más rígido que sea, existe un espacio exterior sobre el que se fundamenta la Universalidad. El racismo, por ejemplo: esta Nación es pura en sus valores, pero está corrompida por un elemento ajeno que, una vez expulsado, nos mantendrá unidos y limpios. El sexismo funciona igual: todas las mujeres son iguales, menos mi madre/esposa, sobre la que fundamento mis propios prejuicios machistas. Toda regla tiene un reverso hipócrita sobre el que se fundamenta su aplicación. En una entrega anterior de esta columna, eso es lo que definíamos como una postura de derecha en el espectro político: la sociedad es un Todo orgánico que puede funcionar mejor si arrancamos el agente externo.

La lógica femenina, por su parte, niega la pretensión de Universalidad con un giro paradójico: comprometiéndose totalmente con la Ley, y al hacer eso, demostrar dónde la Ley falla.

Para el psicoanálisis, toda Ley tiene un hueco, una falla, pues no alcanza a cubrirlo todo, no puede haber una Ley “de todo”, pues no existe “el Todo”. La naturaleza de la lógica masculina es precisamente ocultar está dimensión, hacer creer que la Ley aplica siempre por igual y en todos los casos, escondiendo el caso de la Excepción, donde no aplica. La izquierda está más cerca de la lógica femenina, pues señala el hueco sobre el que se construye toda Ley: no es un agente externo que estorba, sino un hueco en la propia estructura, una falla inherente al sistema.

La lógica femenina no es una hipocresía con la Ley, sino un compromiso total con la Ley que demostraría su ineficiencia para gobernar. Es por ello que, en muchas ocasiones, el mejor modo de demostrar la ineficiencia del sistema es siguiendo al pie de la letra sus determinaciones.

Por ejemplo, vimos en el pasado proceso electoral la incapacidad de la maquinaria del INE para organizar elecciones en todo el país. ¿Qué pasaría si el 99% del padrón electoral saliera a votar, es decir, si cumpliéramos con el mandato de la democracia liberal al pie de la letra de ser “mejores ciudadanos”? Colapsaría el proceso electoral, demostraríamos la incapacidad del sistema político mexicano para seguir sus propios consejos, su propia ideología, recuérdese la incapacidad con la que funcionó con menos del 70% del padrón. Eso es destrozar el sistema desde adentro, no es necesario poner una bomba, solo hay que detonar la que ya habita al interior del edificio. El sistema de corrupción necesita del cinismo de quienes piensan “todos los políticos son lo mismo”, de nuevo, una Ley Universal, ¿y dónde estará la Excepción?

En la siguiente entrega veremos porqué #MeToo sigue la lógica masculina: es una Ley Universal que esconde una Excepción.

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