Diego…

Se llamaba Diego el niño. Había nacido en Aguascalientes hacía diez años. Llevaba México en la piel, y el fútbol en el corazòn. Era un chiquillo menudo, de largos ojos azules, muy activo, siempre con un balòn en los pies. También amaba el toreo, y montaba a caballo muy bien.

Viajando por España había cumplido muchos sueños. Había visitado museos, adoraba el arte, y le gustaba ver cuadros de pintores holandeses. Había comido en OttoMadrid, lugar que hechizaba a su familia, muy elegante. Había visto El Rey Leòn y se había deshecho en aplausos.

Y había estado en Las Ventas, la Maestranza, en muchas plazas. Había visitado Madrid con muchísimo deleite, disfrutado Sevilla con total romanticismo, descubierto Còrdoba con fascinaciòn maga. Sin duda un viaje para los sentidos. Pura sensaciòn y pura vivencia. Pura vida!

Le habían comentado que llevaba un nombre muy taurino. Diego. Como Diego Puerta, sevillano de renombre. Diego Ventura, alma a caballo. Diego Silveti, México y estética y ética en cada lance. Diego Urdiales, un matador puro y firme. Diego, el nombre que rima con torero!

Poco antes de partir le convidaron a una escuela taurina excelente. Y el pequeño disfrutò muchísimo! Y le regalaron un capote y una muleta. Como era muy generoso se quedò el capote y llevò la muleta a un hospital donde convalecía un crío de su edad. Quiso brindarle una alegría…

Y se marchò a México, feliz…

Dedicado a la memoria de Diego Puerta

Dedicado a Diego Ventura, Diego Silveti y Diego Urdiales

Dedicado a Diego, sobrino de mi amiga María Basurto

Dedicado a Luisito, con un beso

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