Donato Pech Cambranes

Por Ángel E. Gutiérrez 

El 16 de Marzo de 1912 falleció en la Ciudad de Mérida Donato Pech Cambranes, carpintero, ebanista y escultor, que inició su labor como un modesto artesano hasta convertirse en un consumado artista, muy estimado por el clero y la élite yucateca de finales del siglo XIX y principios del XX. Sin más formación que la obtenida en alguna carpintería de la ciudad, pero con mucho empeño y habilidad, se fue perfeccionando en su oficio y logró establecer un taller propio, del cual salieron obras de apreciada calidad artística.

El contexto en el que se insertó la labor de Pech Cambranes fue el del Yucatán porfiriano; un periodo durante el cual se experimentó una inusitada bonanza económica en el Estado, derivada del cultivo del henequén y la exportación de su fibra a gran escala.

La riqueza producida por el mercado henequenero se tradujo en un afán por construir. En Mérida se edificaron nuevas y suntuosas residencias, se modificaron muchas de las severas casonas coloniales, y modernos edificios públicos fueron construidos por el gobierno, como signos tangibles del progreso y el orden que proclamaban los ideólogos del régimen. De este modo, la capital yucateca fue cambiando su hasta entonces inmutable aspecto colonial para transformarse en una boyante ciudad cosmopolita, de arquitectura y gustos eclécticos.

La arquitectura sacra tuvo un notorio repunte y, por primera vez en más de un siglo, se construyeron nuevos templos. En este sentido, buena parte del trabajo de Pech Cambranes se enfocó en la hechura de retablos, imágenes devocionales, confesionarios, púlpitos y demás muebles de uso litúrgico, destinados a embellecer los interiores de las iglesias yucatecas, tanto las antiguas como las nuevas, así como las capillas de las haciendas de su acaudalada clientela.

Casi al final de sus días, en 1911, don Donato estuvo a cargo de la construcción de la sillería del coro de los canónigos de la Catedral de Mérida; sin duda, se trató de su obra más importante, calificada como “de talla notabilísima, de una ejecución acabada y de depurado gusto artístico”, labrada en las más preciosas maderas de la región.

Otros de sus trabajos notables fueron el altar mayor de la iglesia de San Juan de Dios, un altar colateral en la iglesia de Las Monjas –ambos de estilo gótico, tallados y dorados a la perfección—, y un par de altares en la iglesia de San Juan Bautista de Mérida. Igualmente, se hizo cargo de las exquisitas puertas del palacio que el general Francisco Cantón levantó en el Paseo de Montejo. El retablo mayor de la iglesia de Santiago, que se conserva hasta la actualidad, salió también de su taller y es una buena muestra de la maestría que alcanzó este artífice yucateco.

 

 

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