Editorial

Si alguien le pregunta a un extranjero por México, seguro le dirá algunas cosas típicas como los tacos, los sombreros de charros, los tequilas o la lucha libre. Sin embargo, y por desgracia, creo que hoy en día también mencionaría a los narcotraficantes y a la violencia en general.

Y es que por desgracia, los índices de muertos que ha ocasionado el crimen organizado, es tan grande y el problema es de todos los días, que se ha vuelto parte de la vida cotidiana de mucha gente que, o vive atemorizada o ya se acostumbró tanto que ya es algo normal. En ambos casos, la situación es terrible.

Esa es la principal preocupación. La violencia se ha normalizado, y lo ha hecho de tal modo que es muy probable que aún falten muchos años para que pueda haber una reducción en las cifras de homicidios. Es un tema que tiene que venir desde el hogar, y desde allá fomentarse en las escuelas y acabar en las calles.

Sin embargo, es la autoridad que se encuentra en el poder la que tiene que hacer todo lo posible por reducir este problema, acabando de una vez por todas con el narcotráfico, combatiéndolo con inteligencia pero sin dar marcha atrás. El estado tiene que mandar el primer mensaje a la población, para que esta le ayude a exterminar este cáncer que nuestro país tiene en el pecho.

Con sus altos índices de aceptación, el Presidente podría hacerlo, acabar con el crimen organizado y hacerlo con la sociedad de su lado. Pero prefiere acusarlos con sus mamás…es una pena.

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