Editorial

Recorte de gastos, rigidez en la finanzas, austeridad en el ejercicio de dinero. ¿A quién no le da gusto estas palabras?

Si somos honestos, siguen faltando y no sobrando en este país de líderes sindicales que compran coches de oro y de exgobernadores que terminan dueños de hectáreas a 30 centavos el metro cuadrado.

Son palabras bienvenidas, términos necesarios, actitudes indispensables, porque son ellos, los funcionarios, quienes pidieron ejercer el poder y aceptaron las condiciones que la ley marca, los obligados a servirnos con el dinero justo, sin salarios miserables, pero con el dinero preciso para vivir con dignidad y no con opulencia.

En ese sentido, es justo y sensato lo que el Presidente ha pedido desde siempre: quien desee ganar miles de pesos, más allá del Jefe del Ejecutivo, debe buscar un sitio en la iniciativa privada donde pueda hacerlo con total libertad.

Quien argumente que 50 mil pesos al mes no es suficiente para vivir con dignidad ―como diversos legisladores, entre otros, han afirmado en distintas ocasiones― es un cínico que no mira más allá de su nariz y que sabe que en México hay familias que viven con un poco de tortillas, chile y maíz.

Los privilegios deben acabarse y todos deben apretarse el cinturón, tal y como el gobernador Mauricio Vila demuestra al desaparecer y fusionar siete dependencias de un plumazo. Exige más trabajo, eficacia y eficiencia. Acciones que se agradecen.

Sin embargo, puesto que no hay refrán perdido, no debe perderse de vista uno que viene a cuento: “Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre”.

Así, queda claro que de nada servirán estos esfuerzos, si los recursos que se sacrifican no se aplican en la gente. ¿A dónde se están yendo los recursos que el presidente López Obrador ha cancelado para Yucatán?

Si el Gobernador responde con decisión al contexto nacional y a las decisiones del Ejecutivo, lo mínimo sería tener más claridad sobre cómo se gastará mañana lo que ayer se nos quitó.

De repente el próximo hospital en Tekax, a inaugurarse en escasos dos meses según López Obrador, es una respuesta a esa pregunta de arriba, pero también sabemos bien que una golondrina no hace verano.

 

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