Editorial de Peninsular Punto Medio

El aeropuerto de Mérida y su reubicación, que ayer prácticamente confirmó el gobernador Mauricio Vila Dosal deja al aire varias preguntas que con el tiempo se van a contestar, pero que en el pasado causaron muchos problemas a los promotores de la idea.

Hay que recordar que ya en el gobierno del también panista Patricio Patrón Laviada se puso sobre la mesa el tema, pero contó con la oposición de muchas voces, lo que al final frenó el proyecto, que necesitaba de un préstamo de más mil millones pesos, que fue negado por el Congreso del Estado.

Ahora el escenario es diferente: se construirá con inversión privada y tiene el aval del gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador, que, como ya sabemos, está decidido a impulsar el desarrollo del sureste de México.

Otras versiones señalan que la inversión será privada-pública, pero sin que el Gobierno de Yucatán ponga un sólo peso, tal como ayer lo dijo Mauricio Vila Dosal.

En todo caso, si el gobierno pone más de un peso, será en el rescate urbano de la zona que ahora ocupa el aeropuerto meridano, para beneficio de miles de meridanos que viven allí, pero que sufren por la falta de algunos servicios públicos.

Eso, más que gasto, es inversión en la ciudad que está llamada a ser la capital del sureste, y más con estos megaproyectos que se suman al Tren Maya, la obra insigne de la actual administración federal.

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