Editorial de Peninsular Punto Medio

El sector empresarial en nuestro país la está pasando muy mal y está molesto con lo que está ocurriendo con el actual Gobierno federal.

Acabó la tregua entre la 4T y la iniciativa privada, ya que si bien al inicio de la administración de Andrés Manuel López Obrador se pensó que se podría llegar a algunos acuerdos y que el diálogo sería más o menos fluido, la realidad es que ha sido todo lo contrario.

La administración federal le ha dado vueltas a las solicitudes de los organismos empresariales; básicamente les ha dado “atole con el dedo”. Primero los invita a anunciar inversiones en conjunto con el Gobierno federal, para luego apuñalarlos con cancelaciones como las del Aeropuerto de la Ciudad de México y ahora relegando a las inversiones en energías renovables hasta un tercer o cuarto niveles de importancia.

Y ya ni hablamos de la persecución fiscal que existe y el tema del outsorcing en donde AMLO prefirió barrer con todo en lugar de rescatar, corregir y mejorar.

—Nosotros somos los que pagamos la mayor cantidad de impuestos y no estamos de acuerdo que se nos haga ver como personas con intereses oscuros, que sólo queremos enriquecernos a costa de nuestros colaboradores —señaló Fernando Ponce Díaz cuando fue reelegido como presidente de la Coparmex.

Y justo, así los hace ver la 4T…

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