Editorial de Peninsular Punto Medio

El cierre de los Malecones Tradicional e Internacional de Progreso era algo que ya se venía venir. Si bien todavía los sectores restaurantero y hotelero del puerto de Progreso albergaban la esperanza de recuperación, esto dificulta un poco su panorama porque sus ingresos se verán mermados por esta difícil medida, pero necesaria para cuidar la salud de los yucatecos. Lo que llevamos de esta pandemia se ha caracterizado por un enfrentamiento o disyuntiva entre la salud y la economía de Yucatán. Y el anuncio de ayer realizado por el Gobierno del Estado nos lleva otra vez a poner sobre la mesa qué es lo más importante para todos nosotros.

Es evidente que la salud y el bienestar de los ciudadanos están por encima de los ingresos económicos, aunque también es verdad que sin dinero las condiciones de alimentación, educación y la salud se verán afectadas de forma sustancial.

Pero también es claro que los malecones se han convertido en un foco de infección de coronavirus, pues todos los fines de semana se llenan de gente que aún no entiende la situación. Llevamos 3,700 muertos por coronavirus y más de 30,000 infectados, pero parece que todo haya vuelto a la normalidad en las playas de Progreso. Semana Santa es uno de los periodos del año en los que hay más concentración de personas en las costas, por lo que no se podía permitir que se volviera una fuente de contagio que nos llevara a un incremento de hospitalizaciones. Para todos está advertido que si aumentan los ingresos hospitalarios regresará una prolongada cuarentena, y estando en medio de un proceso de vacunación, nadie quiere echar a perder lo ganado.

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