Editorial: La principal

Ayer, el Gobernador firmó un acuerdo con el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) para transparentar las acciones del gobierno, pero también para incentivar a los ciudadanos a que investiguen cómo se ejercen recursos y se toman decisiones. Inclusive, el titular del Ejecutivo afirmó: “Mientras más se pregunte, mejor”.

En realidad, las acciones de Vila Dosal siguen una línea de gobernanza que ya es incuestionable a nivel mundial: la necesidad de transparentar todas las acciones bajo la certera premisa de que la corrupción se muere si todos estamos mirando.

De hecho, el periodista Ricardo Raphael explica en su libro “Periodismo 2.0” que, antes, el ciudadano esperaba que los gobiernos funcionasen como máquinas expendedoras de refrescos: uno respiraba aliviado si, tras depositarse la moneda, caía la lata de su elección.

No obstante –explica el también columnista de El Universal– la nueva ciudadanía ya no se conforma con que caiga la coca-cola. Ahora se busca conocer el interior del mecanismo y observar con toda claridad cómo funciona éste y cómo, por supuesto, logra caer la botella.

En síntesis, la transparencia, absoluta y sin concesiones, ha llegado a instalarse a la política mexicana y no puede darse un solo paso atrás.

La anterior afirmación debiera también ser valorada por distintos diputados del Congreso local, a unas horas de que se vuelva a discutir la iniciativa para aprobar la legalización del matrimonio igualitario en Yucatán.

Así, más allá de la necesidad -tantísimas veces repetida– de aprobar un derecho que no puede seguir negándose, es esencial que no vuelva a repetirse la vergonzosa práctica de ocultar el sentido del voto ante la ciudadanía.

Ciertamente, el tema genera polémica, controversia y clamor, pero afrontar esas reacciones ciudadanas son parte de la responsabilidad por la cual lucharon en campaña.

Por supuesto, no busca defender este espacio ningún tipo agresión, ya sea física o verbal por el sentido de su voto, pero sí exhorta a todos los legisladores a transparentar sus acciones y a conocer, en estos momentos de trascendencia, sus posturas ideológicas.

Valentía y coherencia es lo mínimo que nuestros representantes pueden ofrecernos. Por ello, el próximo lunes, los diputados locales deberán asumir que ya no pueden encerrarse en la máquina de refrescos.

Resguardarse en la oscuridad implica volverse desechables.

Y ya sabemos que destino tienen esos envases.

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