Editorial Peninsular Punto Medio

Nos encontramos ante un capítulo más de los desencuentros entre el sector empresarial y el gobierno federal que preside Andrés Manuel López Obrador, ya que la Ley de Industria Eléctrica podría afectar inversiones que llevan muchos años madurando en todo el territorio nacional.

La importancia de este evento es tal que obligaron a las cámaras empresariales a sumarse una vez más y pedirle a los legisladores que razonen bien su voto, ya que está en juego gran parte de la economía nacional.

Ayer, en este mismo espacio señalamos que el presidente López Obrador está tomando el camino más caro y complicado en el tema energético. Está tratando de resucitar a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad, dándoles todas las facultades de generación y venta de energía, cuando no tienen la capacidad ni tampoco la infraestructura para satisfacer la demanda.

A lo mejor las intenciones son loables e incluso la premisa es correcta, sin embargo, ésta tendría que estar acompañada del apoyo de la iniciativa privada que ayude a solventar las necesidades energéticas que tiene nuestro país. El borrar todo y hacer como si no existiera la reforma energética es hacernos retroceder en el tiempo cuando se pueden sumar esfuerzos para mejorar la estrategia y avanzar más rápido hacia la modernidad, y en el camino rescatar a las paraestatales. O al menos se debe tener la voluntad para intentarlo.

 

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