Peláez y su ilusionismo

¡AY CRUZ AZUL! Una temporada más fallida, un torneo más con sueños (porque metas hace tiempo que dejaron de ser) que aún no se cumplen y un Clausura 2018 insípido, más que “salado”.

Digo esto debido a que al parecer la afición celeste ha comenzado a olvidarlo desde la llegada de Ricardo Peláez como director deportivo del equipo.

“Pero espera ¿eso no fue hace dos semanas? si apenas va acabar el torneo”, me cuestionarán; y la verdad es que sí, una vez más hemos (sí, ya me incluyo) sido víctimas de ese acto de ilusionismo, digno de David Blaine, que emerge de La Noria cada vez que concluye el semestre.

“Oye, pero esta vez parece que sí es enserio. Sé que dijimos lo mismo con la llegada de la legión chilena y de Edgar Méndez, sin embargo, esto se siente diferente”, comentarán.

Les explico que es eso diferente, y es que por primera vez en al menos diez años se está trabajando en tiempo y forma una pretemporada, saliéndose del molde desde las raíces.

La llegada de Peláez toca un precedente, y parece que ahora ya no se pretenderá acarrear un proyecto con directores deportivos de “familia” o sin “garra” al momento de hacer negocios. Y olviden la cuestión de promotores.

Enfoquémonos en los refuerzos.

Para empezar, tener a seis nuevos jugadores antes de que regresen de vacaciones es algo que hay que agradecerle al eterno número nueve mexicanos. Él entendió que la Máquina no iba a ningún lado si los extranjeros y nacionales se incorporan a media pretemporada o ya iniciado el torneo. A cambio, impactó el mercado con algo ya eficiente dentro del fútbol mexicano.

La llegada de Pablo Aguilar, Elías Hernández y Milton Caraglio cae de maravilla a los cementeros. Un central consolidado, de los mejores en nuestro balompié, un mediocampista habilidoso y cumplidor, pretendido por los otros equipos populares, y un delantero con gol que debería de inspirarse con este equipo que se arma, y sin menospreciar a Dorados, Xolos y Atlas, cronológicamente.

Además, Iván Marcone, ex de Lanús, llega con “ruido” incluido desde su natal Argentina, donde muchos lo ubican como el contención de la Albiceleste en un futuro cercano. Ese “ruido” es algo que carece en los sudamericanos que refuerzan a la institución, donde exceptuando a Teófilo Gutiérrez, se presentan con muy pocas cartas, para no decir como desconocidos.

Igor Lichnovsky y Roberto Alvarado igual vestirán la franela azul. Juveniles que por lo demostrado en Necaxa pareciera que sólo pueden seguir sumando.

Los refuerzos tienen el sello de congruencia con la crisis que envuelve a Cruz Azul, y si le sumas el profesionalismo y el trabajo pasado de Ricardo Peláez, entonces sí, sí parece enserio.

Sólo queda esperar (algo a lo que ya estamos acostumbrados los celestes) y dejar que el tiempo y la forma con que ya se manejan las cosas tengan sus frutos. Por lo pronto… ¡Buen trabajo, Richard!

Por Gael Medina

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