El Carnaval político del PRI…

Por Miguel II Hernández Madero

En plenas fiestas carnavalescas el PRI inició su proceso de renovación de dirigencia estatal en Yucatán; con cinco fórmulas registradas, con nombres conocidos y que han sido protagonistas de la historia de desastre de su partido, perdiendo posiciones en cada elección.

El PRI cumplió 90 años de fundado y casi siete décadas fue protagonista único del teatro político mexicano, sin verdadera oposición y con tanta confianza que se dieron el lujo, en su momento, de crear la figura de diputados plurinominales para darle un matiz democrático al proceso en el país, aunque la justificación fue que era para garantizar la representatividad de todas las corrientes ideológicas. Sea como sea, tenemos 200 diputados que no han ganado en ningún distrito y que representan un fuerte gasto para el erario nacional.

Pero esa figura de plurinominales les sirvió de algo: de no ser por eso, el PRI tendría casi nula presencia en las Cámaras, tras ser arrasados todos los partidos en las elecciones de julio de 2018, cuando Morena se convirtió en la primera fuerza política del país.

Pero en el plano estatal, las tendencias se han mantenido. La izquierda no tiene la suficiente presencia e incluso están desdibujados, como es el caso del PRD con fuertes nexos con las administraciones priistas. Así, en Yucatán la pelea es entre el PRI y el PAN, con curiosos saltos de chapulines que al no obtener la nominación de su partido, brincan al que les ponga en los reflectores. Para muchos, la campaña en sí es una victoria por los recursos que les representan.

Pero retomando el tema del PRI. Con cinco fórmulas evidencian una fragmentación. No tienen un frente sólido y eso les va a costar mucho en las elecciones dentro de dos años. Ya no son aquella fuerza arrolladora que podía poner a quien quisieran, sin preocuparse de tener contendientes reales.

Ahora trabajarán como oposición, como partido minoritario y si desean mantener sus viejos vicios, entonces no harán absolutamente nada.

Y seamos sinceros…, lo que a cada aspirante a dirigir a ese partido mueve, mayormente no es el deseo de servir al pueblo, habrá quienes sí tengan esa noble aspiración de hacer algo por mejorar la comunidad y las condiciones sociales en las que se ha vivido. Los hay pero lamentablemente son los menos y sus voces son acalladas por la mayoría que los engulle.

De los demás, podemos dividirlos en dos grandes grupos: en el primero aquellos que buscan llegar porque el ejercicio del poder es embriagador, el sentirse todo poderosos y estar por encima de todo y de todos al decidir las candidaturas en 2021; en el segundo grupo tenemos a quienes su móvil es aprovechar posiciones políticas para favorecer negocios particulares.

Con ello hablamos de nombres que surgen en las nominaciones, que no han hecho nada o han permanecido con bajo perfil, pero son muy necesarios para armar una comparsa bonita, ruidosa que sirva para legitimar a quien esté a la cabeza, personaje que después brincará a otra posición mientras quienes integraron sus planillas caerán en el olvido o regresarán a esos sitios discretos de donde los sacaron, pero ahora con el galardón de haber sido algo, aunque en realidad nada hayan hecho.

Esa presencia de personajes grises, en torno a otros marcados para liderarlos, acrecienta la desconfianza ciudadana en sus institutos políticos, lleva a la burla, a la indignación y en el mejor de los casos, a suspirar en espera de que a la próxima haya una mejor oferta.

Pero, bueno, todo queda en el ambiente del carnaval que vivimos, con cambios de máscaras, besos y abrazos, sonrisas para la foto y después iniciar la cuaresma, tratando de evitar la caída libre. Pero de eso, hablaremos próximamente…

 

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