El dolor en medio de las fiestas

Por Carmen Garay

Vivir una trgedia o morir trágicamente puede ocurrirle a quien sea en cualquier momento. La primerísima reacción al respecto, como simples espectadores, va desde la total incredulidad hasta la pretendida e indeseable contundencia de una explicación de causalidad aparente que sólo sirve para llamar la atención y carece de explicaciones categóricas.

En festividades, aunque algunos les parezca obvio, debemos tener muy presente que las emociones están a flor de piel y lo que sucede significa más, hasta las cosas más triviales adquieren una dimensión mayor como lo bueno, lo malo y por supuesto ni que decir caer enfermo, nacer o morir en festividades. Todos sin excepción alguna tenemos experiencias al respecto en carne propia o de alguien cercano y por esa razón es inadmisible el lucro con el dolor ajeno o incluso lucro a costa del dolor propio.

En esta era de inmediatez y conectividad digital nuestra capacidad expresiva es tan libre como nuestro pensamiento, pero mucha atención por favor con las expresiones acerca de un hecho desafortunado, porque serán igualmente desafortunadas si no pasan por filtros esenciales de autocorrección como usuarios de redes sociales virtuales: confiabilidad, empatía y respeto.

Confiabilidad, de la información y la fuente que la proporciona. No atender este aspecto puede inquietar con un bulo o echar a andar filias y fobias políticas.

Empatía, conscientes de que, como se dijo al inicio, los hechos trágicos ocurren horadando nuestra paz y tranquilidad. Por eso es recomendable ponerse unos momentos en el lugar de quienes experimentan la tragedia, pues no nos gustarían bromas al respecto, ni ofensas a la dignidad humana, ni chistes, memes o alguna otra ocurrencia por graciosa que pareciera a su autor. Todos tenemos familiares, amigos o conocidos a quienes ofendería el maltrato a la memoria de un ser querido. La sociedad en su conjunto es ofendida cuando no se tiene empatía con quien sufre, sea bueno o malo, tenga o no tenga culpas.

Finalmente, el filtro del Respeto, el más importante adhesivo social que debe ser el sello característico de nuestras expresiones, aún cuando pudiesen emanar del dolor más profundo, aunque alguien sufriendo por lo general no maldice ni profiere insultos, no clama venganza, sino clama justicia.

En un país como el nuestro buscando el respeto a los derechos políticos de las mujeres, el fallecimiento de Martha Erika Alonso es una pérdida muy grande, pues tan solo tres mujeres, actualmente, eran gobernadoras electas. Ella siguió hasta el final, defendiendo su derecho a gobernar, eso es digno de resaltarse. Las investigaciones deberán esclarecer lo ocurrido; perdieron la vida trágicamente cinco seres humanos, otros cinco, y eso nos debe importar a todos.

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