EL EDITORIAL

Los llantos de una mujer que lamentaba no recibir la justa recompensa por su trabajo nos llegaron al corazón a todos los yucatecos, pero en el momento en el que afirmó con decepción que ya no quería ser maestra, nos desgarró el alma.

Y es que se trata de la viva imagen del drama que viven nuestros maestros en el estado, a quienes de nada les ha valido tener un contrato firmado para que se les pague el sueldo que les corresponde, ya que las autoridades de todos los niveles hacen caso omiso a sus llamados.

En primera instancia se recrimina a la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (Segey), a quien le achacan incompetencia al momento de exigir el pago de los docentes, pero también es verdad que los sueldos bajan directamente de la federación a Yucatán y que por lo dicho por la autoridad estatal, el dinero no les ha sido depositado desde hace varios meses.

Por favor señores, un poco más de seriedad con nuestros maestros. En muchas ocasiones en Peninsular Punto Medio hemos denunciado las carencias educativas en Yucatán y sus repercusiones en nuestros estudiantes, y casi siempre se termina culpando a los docentes de la falta de resultados, pero el Estado tiene una enorme deuda con todos los mexicanos.

¿Cómo podemos exigir a nuestros profesionales de la educación que amen su profesión, si no saben si van a cobrar sus sueldos cada quincena? ¿Cómo le decimos a nuestros niños y jóvenes que respeten a sus maestros, si el mismo gobierno se encarga de pisar sus derechos y menospreciar su trabajo con semejante omisión?

Con el sustento de una familia no se juega. De verdad no se vale.

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