El encierro nos está cambiando

Por René Emir Buenfil Viera

En esta contingencia surge un nuevo yo, emergen partes de mi personalidad que no había visto o veía poco, aspectos de mi carácter a los que casi no prestaba atención se ponen al centro y empiezan a dominar la situación. Esta emergencia sanitaria ha abierto la puerta a pedazos de mi olvidados, o que se habían empezado a gestar en el pasado, esperando el momento adecuado de salir a la luz. La pandemia y el encierro me obligan a volver a conocerme, a reencontrarme con fragmentos de mi persona que estaban ocultos y que ahora se ven iluminados en primera fila.

Estamos construyendo una versión actualizada de nosotros(as) mismos(as) en esta crisis, y no es la primera vez que lo hacemos, ya nos habíamos reinventado cuando cambiamos de escuela, ciudad o ambiente, hoy nos vemos en la necesidad de volver a reinventarnos, de hacer un corte de caja, de cuestionar nuestras fortalezas y querer desarrollar otras, incluso cosas que antes parecían enfermizas o erróneas, empiezan a tener sentido en el caos, y nos las permitimos, quizá por primera vez nos estamos dando licencia de ser como antes no creíamos conveniente, flexibilizando nuestras propias reglas, renegociando acuerdos, redimensionando imperfecciones y estándares aceptables. Nos estamos dando un respiro de nosotros mismos, probando si nos gustan nuestras reacciones y decisiones recientes, para ver si las incorporamos a nuestro nuevo normal, si serán temporales o permanentes.

Nuestra rutina cambió y ahí estaba mucha de la ilusión de la permanencia de lo cotidiano, que se nos ha ido en un suspiro, y ahora nos encontramos en medio de estas medidas sanitarias que vienen a interrumpir los ciclos repetitivos de nuestro día a día, y nos toca adaptarnos. Es cierto que algunas personas lo están haciendo mejor que otras, hay quienes fluyen más, quienes menos, quienes se resisten a aceptar la situación, y están pendientes de cuándo acabará, enfocados en lo momentáneo del asunto más que en lo que podemos aprender de él, pero lo cierto es que esta experiencia colectiva ha puesto en marcha transformaciones en todos los niveles de nuestra existencia, igual y nos da una nueva consciencia o tal vez sigamos negándonos a movernos de lugar, empeñados en sostener posturas aunque sepamos que ya no son útiles del todo, y es que esta situación nos agarra por sorpresa, cuestiona nuestra capacidad de confiar en el futuro, nos enfrenta a la incertidumbre que solemos ver como indeseable, desesperante e intolerable. Sí se puede vivir en la incertidumbre sin sufrir al darnos cuenta que las posibilidades son múltiples, que la realidad muchas veces supera a la ficción y que no saber lo que pasará mañana nos puede llevar a vivir el aquí y el ahora con más intensidad, disfrute y gratitud. Mi esperanza está puesta en que tenemos lo necesario para salir adelante, incluso quienes pierdan en el camino, pues como dice Dan Tomasulo, nunca puedes saber si algo es solamente negativo.

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