Columna | El escenario era distinto

Por Jhonny Eyder Euán

Hace un año el escenario era agradable, pero tenía su lado siniestro que con palabras repetidas te inducía al sueño. Entonces recurrías al café o a las salidas espontáneas para desentumir los pies y relajar la vista. Hace un año no había pandemias y a nosotros sólo nos preocupaba el intenso calor de la temporada.

Se podía caminar y sudar hasta los males con tan altas temperaturas que elevaban el precio de los climas y ventiladores en los negocios donde un tipo con micrófono invitaba a los transeúntes a pasar. Había muchos vendedores de bolis caseros y heladeros que seducían con sus barquillas. Y claro, no hay que olvidar a los vendían aguas naturales para que la gente se refresque en su andar.

Hace un año me subí a un transporte que no tardó en llenarse y en donde hasta me di el lujo de dormitar por unos minutos. Cuando llegué a la casa había cena para muchas personas y un pastel para la ocasión. Estuvo acogedor y varias fotos quedaron como evidencia. En aquel entonces, presencié saludos afectuosos y hubo risas, regalos y un montón de palabras.

Eso fue hace un año cuando no había un tema que dominara las tendencias ni que acaparara las portadas de los diarios, o — incluso —que detuviera la impresión de algunos. Eran días en los que las empresas no tenían que cerrar ni despedir a sus empleados. Tampoco había la necesidad de prohibir el paso a los parques públicos o que la policía tuviese que rondar una y otra vez las calles para decirle a la gente que se vaya a su casa.

Ahora los días son así, vacíos por fuera y con incertidumbre en cada palmo por el surgimiento de una enfermedad lapidaria. Entre tantas afectaciones que ha causado, figura la mía, que hoy no pude estrechar la mano ni darle un abrazo a mi amigo por su cumpleaños.

Hace dos semanas estaba bien, pero hoy es un caso más de una lista indeseable. Hace un año festejamos y brindamos por su vida; hoy dos situaciones nos tienen alojados en habitaciones distintas.

1.- No puedo salir de casa porque si la policía me ve en las calles me puede arrestar, llevar a la cárcel y cuando salga, será sabiendo que le debo dinero al gobierno por mi “delito”.

2.- Mi amigo se enfermó y está en un hospital de la triste y silenciosa ciudad donde hace doce meses el clima era lo único que nos preocupaba.

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