El foco

Por Eduardo Ancona 

El foco. La prensa marca el ritmo de la discusión pública. Muchas veces lo que sentimos con indignación legítima, son sentimientos detonados por un frío cálculo mediático. Dónde queda la indignación por una guerra, una hambruna o la desaparición de 43 estudiantes cuando el foco de los periódicos y los noticieros cambia su destino y lo olvida.

El foco gira las emociones de la audiencia. Donde los medios ponen la mirada es donde palpita el corazón de parte del público. Pasa con gran soltura, de un día a otro, de la indignación por la cancelación de los subsidios a guarderías, hacia el terror de la militarización vía la guardia nacional, y a la indignación legal por la ampliación autoritaria de un periodo de gobierno en Baja California. Dejando en cada cambio temas abiertos y preguntas sin resolver. ¿Nos quedó claro a todos en qué pararon las guarderías, la guardia nacional y la Ley Bonilla?

El foco se pierde cuando nos enfocamos en los inadaptados e inadaptadas. En las parias de la sociedad que aprovechan el anonimato del colectivo para liberar los demonios de sus furias, rencores y fracasos golpeando cobardemente a un reportero en la cara, tirando pintura en aerosol a los ojos de un policía que cumple -él, esa persona con nombre y familia- con su trabajo o destruyendo lo que encuentran a su paso con las caras encapuchadas, como ocurre en tantas y tantas marchas de causas por demás legítimas.

El foco. Es muy fácil confundir dónde está el foco -dónde lo ubica la prensa y las benditas redes sociales-, con dónde debería estar el foco. Separar lo noticioso.

El foco. El foco son las mujeres. El foco debe estar en la indignante violencia de la que son víctimas y la rabiosa impotencia con la que la tienen que enfrentar. Las violaciones, los feminicidios, el acoso y abuso, los gritos y chiflidos hirientes. La impunidad.

¿O acaso vamos a darle a 10, 15 o 100 inadaptados -delincuentes- el poder de callar y restarle legitimidad al justo reclamo de millones?

El foco, el foco verdadero, debe estar en todas las mujeres y en la violencia y el miedo que enfrentan día a día. Tantas y tantas realidades cotidianas que desde este lado del cristal -el de los hombres- nunca alcanzaremos a entender por completo, y ante las cuales solo podemos ser solidarios, comprensivos y comprometernos mínimamente con ver y separa los hechos de forma crítica, lejos de toda generalización o lugar común.

El foco son nuestras mamás, esposas, hijas, novias, amigas, primas, vecinas, tías, maestras, sobrinas, colegas, primas y todas las mujeres. El foco debe estar en la violencia que enfrentan y el peligro en el que viven día con día.
No lo perdamos.

 

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