El fuego de la esperanza

Por: Mary Carmen Rosado Mota

Hace unas semanas se realizó el encendido de la llama olímpica en la ciudad de Olimpia, misma que según lo previsto llegará a mediados de este año hasta el pebetero de Tokio. Sin embargo, en esta ocasión el encendido fue diferente, no hubo gente que lo presenciara (mas allá de la necesaria) y también fue histórico, porque por primera vez esa flama cobró vida de la mano de una mujer.

Ana Korakaki, atleta griega de tiro deportivo quien ganó medalla de oro y bronce hace 4 años en la justa celebrada en Rio de Janeiro en el 2016, fue la encargada de protagonizar este importante momento, no sólo para el mundo del olimpismo sino también para todas las mujeres que practican algún deporte. Visiblemente emocionada, feliz y orgullosa, la atleta de 24 años dio el primer recorrido con la antorcha más famosa del deporte mundial.

Pero este suceso tán importante pasó a segundo plano, muy poca gente lo vio o incluso se enteró de que la cuenta regresiva rumbo a Tokio 2020 ha comenzado oficialmente. Todo esto como resultado de la pandemia por la que estamos atravezando en nuestro planeta.

Todos los que amamos el deporte esperamos pacientes que los días pasen año tras año hasta llegar a una nueva edición de los Juegos Olímpicos, porque ese mes de competencias es mucho más que un conteo de medallas. Es la máxima expresión de lo que nos aporta el deporte y sus valores, es una muestra de las capacidades del cuerpo y hasta donde podemos llevar los límites de la mente humana. ¿Pero realmente los disfrutaremos en estas condiciones?

Hoy faltan 123 días para que esa llama que nació en Grecia encienda el pebetero del Estadio Olímpico de Tokio, y en vez de estar entrenando arduamente para llegar en las mejores condiciones a este compromiso, muchos deportistas alrededor del mundo se encuentran en cuarentena, resguardados en sus casas, con otras rutinas de ejercicio, con otros planes de alimentación.

Incluso el factor del público es importante, ¿se imaginan unos Juegos Olímpicos sin gente, sin nadie viendo todo el esfuerzo, todos los récords y todas las historias que ahí se van a escribir? Estas deberían ser las olimpiadas donde Simone Biles nos maraville con elementos que ninguna otra gimnasta en el mundo puede realizar, la última vez que se vea a Paola Espinosa saltar del trampolín olímpico, disfrutar de nuevas hazañas como Jane Valencia dando a México su primera representación en lucha o incluso, la propia Ana Korakaki tener la oportunidad de demostrar por qué fue designada para su histórica labor.

Los Juegos olímpicos se deben posponer, esa tendría que ser la razón mas sensata, y si no viene del Cómite Olímpico Internacional, quizá tendría que venir del comité organizador, porque Tokio tienen un compromiso con su propia historia, como cuando renunciaron en 1938 a la sede de los Juegos de 1940 que finalmente acabarían cancelados por la Segunda Guerra Mundial.

Sí, el olimpismo representa lo mejor del deporte, pero también lo mejor de nosotros como seres humanos. Prefiero pensar que esa llama que ya fue encendida también puede simbolizar esperanza.

Esperanza de que dentro de poco las cosas puedan ir volviendo a la normalidad y que juntos podamos disfrutar de una edición más de los Juegos Olímpicos pero en el 2021. Porque la esperanza, tal como el fuego olímpico es lo último que se apaga.

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