El gobierno energético

Por Antonio Navalón
@antonio_navalon

* Periodista, agradecido con la vida y fascinado por este momento. Mis tuits personales llevan la firma #ANavalon.

De todos los “tests” que tiene que pasar el nuevo gobierno seguramente el del modelo energético es el más importante.
Hay cosas que se explican solas. La hegemonía política, la mayoría absoluta democrática e incuestionable –que consiguieron en las urnas el primero de julio– le permite plasmar cualquiera de sus programas basándose en el derecho inapelable-democrático a la equivocación.
A pesar de que López Obrador y Morena alcanzaron el poder, aunque no en la proporción que lo ha tenido con todos los colores del poder y viendo la consolidación de la propiedad privada, nunca he pensado que el modelo democrático tradicional estuviera en peligro.
Hay cosas que se escapan a la voluntad, hasta de los líderes. En ese sentido, las últimas nominaciones que ha hecho el virtual presidente electo para estar al frente de las dos empresas energéticas más importantes del país, en conjunto con la Secretaría de Energía, definirán cuál será su modelo de gobierno energético.
No hay que rasgarse las vestiduras. Las pérdidas, las caídas y la consecuencia de todo lo que ha ido pasando a lo largo de los últimos años, es lo que explica los abrumadores problemas que tienen las dos empresas públicas claves del mantenimiento del servicio, pero también de la soberanía nacional energética.
Son estos gestores, estas reformas y estos responsables, los que han llevado a las empresas a la situación que heredarán, a partir del primero de diciembre, los nominados la semana pasada.
Es claro, no hay vuelta atrás. El mundo de hoy, ni el energético ni sus soluciones son los que conoció “El Tata” Cárdenas.
Por otra parte, hay además del cambio del entorno un problema de corrupción de la administración, del concepto y del sistema que ha llevado en la doble confrontación con la realidad, a la situación tan dramática que enfrentan Pemex y CFE.
El gobierno se juega con las decisiones que tome en el sector enérgico, gran parte de su credibilidad y lo que es más importante, de su viabilidad.
Además hay un factor que resulta fundamental. México se tiene que plantear, a medio plazo, qué alianzas va a tener. El modelo de un México autárquico y autosuficiente no es realista, en los términos que la inversión energética requiere para explotar correctamente los recursos que tiene el país.
Hay una cuestión y porción de la realidad que puede que se deba a la propaganda privatizadora de estos años. Pero, hay otra realidad incuestionable que le ha dado la naturaleza y la disposición de los recursos que exige inversiones intensas en el capital para poderlos explotar, por lo que inevitablemente hay que aliarse.
Además, hoy el mundo pese a Trump o precisamente por él, ya no es multipolar. Es bipolar que tiende a chocar en el domino de las grandes riquezas.
La lucha por cuál país será finalmente el más importante en el territorio económico a nivel global, va a conformar la batalla de los próximos años. En eso México no puede ser neutral.
Eso nos lleva a desarrollar unas alianzas en el sector energético, mucho más importantes que la que hemos tenido hasta aquí, con la China emergente.

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