Con un llamado a no “crear más guasones”, el profesor universitario y analista de cine, Sergio Aguilar Alcalá y el analista de cultura popular y comunicólogo, Juan Esteban Méndez Cervera, alertaron de lo que una sociedad carente de valores puede detonar en el interior de una persona.
-Para fortuna nuestra, en Yucatán existe todavía una cultura basada en valores, en el respeto e identidad familiar, y que eso de alguna forma protege del surgimiento de “guasones” entre nuestra gente–dijo Méndez Cervera.
Y es que, Méndez Cervera coincidió también con lo que señaló para Punto Medio, Sergio Aguilar Alcalá, que si bien, la cinta refleja una sociedad decadente, o un sistema que ha llevado al extremo a los habitantes de los Estados Unidos, esta realidad no se encuentra lejana a México.
-Podemos decir que existen infinidad de guasones potenciales en nuestro país, cuando vemos que existe un resultado de sistema que ha generado carencias, y que mantiene a un gran porcentaje de la población entre la pobreza, y con serias necesidades básicas sin cubrir–dijo el académico.
Ambos especialistas recomendaron que lejos de fomentar las emociones que detonaron, como es el caso de la cinta, la reacción del personaje, se piense en ver alternativas que permitan prevenir este lamentable reaccionar.
También llamaron a no “satanizar” la película, que se encuentra llena de elementos que son dignos de evaluar desde el punto de vista profesional o de simple espectador, como el hecho de que no deja de ser eso, una película, actuación.
Pero también otros elementos que rompen esquemas convencionales en el film. Por ejemplo, a diferencia de cintas anteriores donde Thomas Wayne, padre de Bruce Wayne (Batman) es representado como el guía y empresario ejemplar a seguir. En esta cinta el paterfamilia es retratado como corrupto y ambicioso.
Al mismo tiempo pone a un joven e infante Bruce Wayne en medio de una realidad infantil ingenua y de admiración total a su progenitor, lo que hace que no perciba los aspectos negativos de su papá. A esto se suman los dos extremos: El empresario corrupto, y el empleado explotado y sin futuro.
Texto: Manuel Pool Moguel
Foto: Cortesía
