El hacendado rebelde

Por Estaban Sanjuán

william Lubcke, CEO de Sotuta de Peón, tiene buenas historias.

Primero, está la de una hacienda del siglo XIX que su papá, don Adolfo, compró en ruinas para instalar prototipos de sistemas de riego, y que, años más tarde, resucitó de entre los muertos para ser un museo vivo que narra, muestra y enseña la crónica de un cultivo que fue todo para Yucatán: el henequén.

Reír con el guía, tocar la fibra, mirar los muebles, zarandearse en el truck, respirar el bagazo que fermenta, hablar con don Antonio, bañarse en el cenote, imaginar el pasado corriendo entre henequenales: si de emociones hablamos, no hay un segundo de tregua.

Sin embargo, detrás del escenario de ensueño, está el relato del nuevo patrón de la hacienda que duerme junto a una veleta, sueña guitarras y comienza a atar lo que estaba desatado en la comunidad del mismo nombre.

Como hace 100 años, los mayas de Sotuta de Peón vuelven a ligar sus vidas al cultivo de sus abuelos y a la hacienda donde sus ancestros trabajaron. Solamente hay un detalle: aquí ya no hay tiendas de raya ni injusticias de por medio.

En una larga charla de sobremesa, William nos habla de un proyecto incluyente, con una nómina de más de 140 personas, que compra todo lo que puede a las mujeres de la comunidad y que está por arrancar con una escuela de panaderos que va a ofrecer, a primera hora, francés y conchas calientes a todos los huéspedes de la hacienda.

Pero no para allá. Ahora hay planes para ampliar las vías por donde el truck avanza a fin de conocer más cenotes, producir más artesanías de henequén y hasta ofrecer un nuevo menú. Lea la columna completa en el sitio web www.puntomedio.mx

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