El “pobre” gobernador poblano, de la ineptitud e irresponsabilidad a lo grotesco

Por si acaso otra desgracia les hiciera falta a los poblanos, las declaraciones hechas por Luis Miguel Barbosa Huerta, gobernador de ese estado, el pasado 25 de marzo, acerca de la pandemia -COVID-19- que aqueja a la población mundial y que ha causado miles de muertos en el mundo, cayeron como balde de agua fría en el ánimo de aquellos que esperaban el anuncio de medidas que ayudaran a paliar la ya de por sí complicada situación que vivimos todos los mexicanos y de la que los poblanos no son la excepción. Pero no, resulta que el gobernador tampoco en esto es serio y afirmó en conferencia de prensa que: “¿Quiénes están contagiados ahorita? Seguramente hay algunos padres de familia, sí. La mayoría son gente acomodada. ¿Sí lo saben o no? Si ustedes son ricos, tienen el riesgo (de contagiarse). Si ustedes son pobres, no. Los pobres estamos inmunes”. Como si el COVID-19 fuera clasista y el estatus económico que guardan los pobres de la entidad fuera igual al que posee el mandatario que se autodenomina “pobre”. Nada más grotesco.

La grave situación que ha generado el coronavirus en todo el mundo, incluido nuestro país, evidencia el papel que les toca asumir a los gobernantes, debiera ser cuando menos de preocupación, responsabilidad e implementación de acciones tendientes a disminuir los daños directos y colaterales que provoca esta mortal enfermedad. Sin embargo, en nuestro país las cosas son diferentes, el Gobierno Federal no actuó con la prontitud y la seriedad que el caso requería, pues el titular del ejecutivo no acató las recomendaciones de las autoridades sanitarias.

Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogaba el brote del nuevo coronavirus como una pandemia y varias naciones del mundo anunciaban cuarentenas obligatorias, cancelaban vuelos y cerraban fronteras; el presidente de México decidió hacer caso omiso de las medidas recomendadas, continuó con las concentraciones masivas y se dedicó a saludar, abrazar y a repartir besos, coronando estos y otros desatinos con la presentación de amuletos durante su conferencia mañanera que, dice, “lo protegen”. Estas y otras actitudes asumidas por Andrés Manuel López Obrador no abonan en la superación de este inmenso desafío mundial; no minimiza las infecciones y el colapso económico que están dañando a todos los mexicanos, pero, sobre todo a los más desvalidos y menesterosos de este país.

Por si no fuera suficiente con eso, uno de sus émulos y aprendiz de disparates, el “pobre” gobernador del estado de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, tampoco ha sabido enfrentar este gravísimo problema con tino, más bien, con sus muy desafortunadas aseveraciones trata a toda costa de figurar como muy agudo y original; primero fue la acusación de protagonismo en contra de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco porque la edil anunció medidas preventivas contra el covid-19 en la capital poblana; luego, dijo que “la vacuna contra el coronavirus es un plato de mole de guajolote”; finalmente, que la pandemia solamente pueden contraerla los ricos, la gente acomodada y que los pobres son inmunes, además de incluirse en el grupo de estos últimos. ¡Vaya disparates! Éste ha sido el nada honroso papel de quien gobierna el quinto estado más poblado y pobre del país. Perece que don Miguel Barbosa ignora que el coronavirus no hace distingo de raza, sexo o clase social, motivo por el que nadie, ni ricos ni pobres, es inmune a la pandemia.

Suma y sigue. En medio del escándalo por sus desatinadas afirmaciones, sale a la luz su declaración patrimonial, fiscal y de intereses publicada por la plataforma 3 de 3 del Instituto Mexicano para la Competitividad y Transparencia Mexicana (IMCO), la cual revela que el gobernador no puede considerarse parte de la población pobre, puesto que los bienes y cuentas que posee, suman más de 14 millones de pesos; en contrapartida, bien distinta es la realidad que viven los 3 millones 890 mil 21 poblanos, que carecen de recursos suficientes para una adecuada alimentación, o tienen alguna carencia de ingresos, educación, seguridad social o vivienda, según el Informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social 2020, realizado por la Secretaría del Bienestar federal.

Si el trato que las autoridades federales y algunas estatales le han dispensado al COVID-19 no cambia, podemos estar seguros que el coronavirus, contrario a lo que dijo el “pobre” gobernador poblano, a quienes verdaderamente acarreará situaciones funestas será a los pobres, a quienes viven al día y se hayan en la disyuntiva de quedarse en casa y aguantar el hambre o salir a la calle y exponerse al contagio, aquellos que carecen de protección a la salud, vendedores ambulantes, amas de casa, choferes, estibadores, campesinos, etc. Esta situación agravará aún más la brecha social y económica, realidad que se suma a las pérdidas humanas que como sociedad sufriremos en conjunto.

Además, no debemos perder de vista que, pese a la contingencia sanitaria, una cantidad importante de familias humildes, deberán asumir pagos mensuales regulares que no admiten demora: renta, microcréditos, servicios básicos de agua, luz, gas y junto con todo esto, garantizar el alimento diario. Estas son apenas algunas de las situaciones que las autoridades de cualquier nivel gubernamental deben prever y atender, de no hacerlo las consecuencias serán catastróficas en el nivel de vida de los ya de por sí depauperados de este país y agravará la complicada situación política existente.

El actuar de Miguel Barbosa debe servir a los poblanos en particular y a todos los mexicanos, para entender que solamente un gobernante emanado del seno del pueblo, apoyado siempre y vigilado por éste, que se duela de sus iguales, podrá enfrentar con éxito situaciones delicadas como la pandemia que hoy nos toca vivir, y deberá atenderlas con presteza y responsabilidad, sin ocurrencias de amuletos o un plato de mole de guajolote como vacuna para curar males. Ya es tiempo que los millones de mujeres y hombres que crean la riqueza con sus manos, esos trabajadores, tenaces, comprometidos y solidarios, tomen en sus manos las riendas de este país.

Es hora de que todas las fuerzas progresistas hagamos una unidad capaz de enfrentar y cambiar el estado de cosas imperante, y para ello, no hay recurso más eficaz que la lucha organizada del pueblo en defensa de sus intereses, por eso el Movimiento Antorchista Nacional llama a todos los mexicanos a unirse y a organizarse como un solo hombre y, juntos rescatar al país de gobernantes indolentes que no tienen empacho en pasar de lo inepto e irresponsable a lo grotesco. La lucha no será fácil, pero si no nos rendimos, más temprano que tarde, con la simpatía y el apoyo activo del pueblo mexicano, cambiaremos al país entero para bien de todos y haremos de México una patria de paz, de justicia social y de equidad.

 

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