El resurgimiento

En las próximas elecciones en el país, Morena se encargará del resurgimiento del viejo esquema del “carro completo” y del partido hegemónico, pues tendrá la mesa servida para impulsar a sus candidatos por todos los medios para ganar en las urnas sin llegar al fraude electoral. Pero será una elección de Estado.

Tras el anuncio del presidente electo Andrés Manuel López Obrador en el sentido de nombrar Coordinadores Federales en cada entidad del país, muchos se han rasgado las vestiduras alegando que es el inicio del absolutismo y que “se rompe el pacto federal”.

Los han llamado “virreyes”, “procónsules”, “gobernadores alternos” y tantas cosas más, pero pocos se han puesto a analizar que esta medida en realidad se proyecta para renacer la figura de un partido que controle todo a nivel nacional, como a finales del siglo XX. Pero ahora no será el PRI.

Veamos el esquema: hace algunas décadas, cuando el PRI era “todo poderoso”, los delegados del Comité Directivo Nacional (CDE) en cada estado ponían y quitaban, e incluso había ocasiones que el mismo gobernador debía consultar con él en las decisiones políticas.

Esto no era nada nuevo, recordemos que Plutarco Elías Calles controló a los tres presidentes que le sucedieron y no pudo con el cuarto (Lázaro Cárdenas) porque él no se calentó la cabeza y tras dos años de consolidar su administración, exilió a Calles, quien sólo pudo regresar al país para morir en paz, bajo la administración de Manuel Ávila Camacho.

Pero esa figura del “hombre fuerte”, quedó latente y se replicó conforme el PRI se consolidada hasta ser la fuerza arrolladora que presumía del “carro completo”, de no tener oposición y de que las elecciones eran un puro trámite pues ya su candidato, en la posición que fuera, era el virtual ganador.

Así ocurrió hasta 1988 cuando hubo un germen de cambio, que no se concretó por el apagón del sistema el día de las elecciones y seis años después, en 1994, el Presidente Ernesto Zedillo tuvo por primera vez Senadores de oposición, que ganaron en las urnas, sólo dos, pero muy ruidosos.

Ahora vemos una transformación. No se trata del PRI pero sí es otro partido, con viejos priistas.

Las Coordinaciones Federales, supliendo a las delegaciones, con poder absoluto en la representatividad de la Federación, son una plataforma extraordinaria para impulsar la imagen pública de quienes ocupen el cargo, o bien, en apoyo de la persona que se les indique.

Así tendremos campañas mediáticas de posicionamiento de imagen, usando para ello los alcances de los programas federales y, cuando sea necesario, anulando la imagen del gobernador de la entidad y, por ende, del partido del que hayan emanado.

No será raro ver que en 2024 Joaquín Díaz Mena sea por tercera vez candidato a gobernador por Yucatán, pero en ese entonces lo hará tras seis años de promoción de imagen, con los programas sociales a su disposición. Serán seis años de campaña en sí; y lo mismo ocurrirá en otras entidades, donde los Coordinadores tendrán todos los recursos a su alcance. Recordemos que incluso el manejo de la Comunicación Social será directamente desde la Presidencia de la República, lo cual habla de una construcción de la realidad que el público debe conocer y deberá de creer, porque no sabrá de otra cosa.

¿Comentario alarmista? No, simplemente es el análisis de lo ya ocurrido, de lo que está ocurriendo y hacia donde nos puede llevar. Si eso será benéfico o no para el país, sólo el tiempo lo dirá.

Preparémonos para seis años de un presidencialismo más radical que todos los anteriores, preparémonos para un país controlado por el partido dominado por un solo hombre y esperemos que las nuevas generaciones avancen hacia el futuro de grandeza al que todo México aspira.

Hasta la próxima…

 

Miguel II Hernández Madero.

Twitter: @caronte_etereo

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