El retrato del Sacristán Mayor de la Catedral

Por Ángel E. Gutiérrez

Durante muchos años estuvo colgado en una oficina de la Catedral de Mérida el retrato de un sacerdote, cuyo nombre se había perdido en el tiempo. Sin embargo, por tradición transmitida entre el clero catedralicio, se pensaba que el anónimo personaje había sido un antiguo sacristán mayor. La suposición se basaba en el hecho de que el retratado llevaba pendiendo del cuello una hermosa llave dorada, objeto que vendría a ser como una insignia que denotaba su oficio al cuidado del recinto sagrado y del tabernáculo.

La oficina donde se guardaba el retrato era la del Pbro. Efraín Cárdenas Sansores, celoso y diligente guardián de la catedral quien, coincidentemente, fue el último en poseer el título de sacristán mayor, un cargo que existió desde la fundación de la catedral y que desapareció a principios del presente siglo, cuando se comenzó a nombrar a un rector como responsable del adecuado mantenimiento del histórico templo.

Hace algunos meses, trabajando en la transcripción de unos inventarios antiguos de la sacristía catedralicia, hallé un interesante dato que, según considero, permite identificar al “clérigo de la llave”, fechar con cierta precisión el año en que fue pintado su retrato y corroborar si se desempeñó o no como sacristán mayor.

En la partida de las “Alhajas de oro” del inventario de 1865, se consigna un ítem que corresponde a “Una llave de oro que donó el finado sacristán mayor, Pbro. D. José Antonio Lenard, poco antes de fallecer”. Efectivamente, el padre Lenard fue designado sacristán mayor hacia 1850 y ejerció el cargo hasta su muerte. Posiblemente, en sus últimos meses de vida mandó hacer su retrato, en el que quiso aparecer portando la preciosa llave que legó al tesoro de la catedral meridana, a la cual donó también una cruz de ébano engastada en oro.

El retrato del Pbro. José Antonio Lenard es de busto o medio cuerpo y está realizado al óleo sobre tela. No se sabe quién es el autor, pero se trata de una pintura academicista de buena calidad. El personaje retratado corresponde a un hombre anciano de pulcro y venerable aspecto. Aparece en postura de tres cuartos y viste sotana negra, sobre la cual lleva una capa o abrigo también negro. La nota de color en el traje la hace el alzacuello blanco que en la parte exterior presenta bordados en oro de inspiración clásica.

Colgada de una gruesa cadena o cordón, luce en el pecho la referida llave de oro, decorada con filigranas y pedrería. La riqueza en la hechura y material de la llave se relaciona con el especial uso al que estaría destinada, posiblemente para abrir y cerrar la urna del monumento eucarístico del Jueves Santo.

Desde hace algunos años, el retrato del desconocido sacristán mayor fue trasladado a la Galería de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Yucatán, donde actualmente se encuentra en exhibición permanente.

 

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