Por Santiago Pell
En las Nitto ATP Finals, los jugadores emanan sentimientos que son difíciles de describir, pero aquí lo intentaré…
Fue el cuarto día de la justa londinense, el aire del ambiente se sentía algo tenso. Se aproximaban a la cancha R. Nadal y D. Medvedev, dos mentes repletas de fuertes recuerdos. En especial, al ruso, se le vio con ansias de obtener su revancha…
Así es, desde la final del US Open no competían. Ese sueño de ganar el Grand Slam se había quedado pendiente para Daniil. No obstante, luego de ganar el M. 1000 de Shanghái, recuperó confianza para intentar sobrepasar al mallorquín.
Tras el avance del partido, ambos tenían set a favor. Medvedev ganó 7-6 el primero y Rafa 6-3 el segundo.
Al inicio del tercer set, el ruso tenía total control del juego. Logró quebrar en tres games al español. Tuvo match point con marcador 5-1 (40/30). Nada ni nadie hubiera pensado que todo, en cuestión de segundos, podría cambiar…
Sin embargo, la bestia de Mallorca, rompió sus cadenas, y con toda su fuerza interior, con un drop shot desequilibró espantosamente a Medvedev. Después de hacerlo tropezar, lanzó un rugido que se escuchó hasta la torre del Big Ben. Imponiéndose ante el rival y demostrando el porqué de ser, hoy en día, #1 del mundo.
Rafa estuvo esperando a su presa, lo hizo confiarse de más, y en el momento que menos esperaba, atacó con mordida directo a la yugular…
Terminó con marcador a favor de 6-7, 6-3, 7-6 y los sueños de revancha del contrario los dejó regados sobre el suelo azul del Arena 02.
