El Señor del Frí­o…

Por la noche, a la vera de la chimenea, leían cuentos. En la casa había libros gruesos, tan lindos, contenían mil y una historias… Los pequeños se sentaban en la alfombra, y la abuela en la mecedora. A veces leía ella, mientras el fuego crepitaba, y otras Lourdes, que entonaba muy bien, en alguna ocasión Hugo, que era muy dulce… Los más chiquitos escuchaban…

Aquella noche la anciana escogió un cuento ruso. Sonaba interesante, de tierras lejanas y gélidas y de leyendas diferentes. Comenzó la lectura… Era tan amena! Hablaba del Señor del Frío, que era una especie de mago que cada otoño cantaba al cielo y por medio de sus poderes traía el invierno a las tierras, y a la suya llevaba también las bellas auroras boreales… Era tan noble!

Los chiquillos aplaudieron. Aquel Señor del Frío les había caído bien. Y decía la historia que a veces cumplía algún deseo! Durante el sueño algunos de los nenes soñaron con nieve, copos blancos deslizándose sobre tejados y pinos. Alguno le pidió el deseo de ganar un partido de fútbol con su equipo. Otros, que tenían mucha afición, le rogaron toda la suerte del mundo para el mago Talavante. Toreaba en la México!

El Señor del Frío tal vez estuviera sonriendo…

Dedicado a los que leen cuentos, los que escuchan cuentos y los que escriben cuentos
Dedicado a Belén, Manuel, Marta y Pablo
Dedicado a mi mago Talavante
Dedicado a Pepe, mago de mi cuento navideño
Dedicado a Lourdes, con cariño
Dedicado a Svetlana, rusa veraneante en mi playa, niña alegre
Dedicado a Luisito, siempre, ayer ganó su Sevilla

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