Empresarios, esto huele a tratado

Por Jonathan Ruíz Torres

Varios astros se alinearon durante la Semana Santa y la Pascua, por eso hoy esta pregunta es clave: ¿Para qué sirve el Tlcan?
Las leyes en México están para que en el mejor de los casos las cumplan los mexicanos, pero las reglas que rigen para los extranjeros que hacen negocios acá están principalmente en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, todavía vigente. Cualquier disputa acaba en tribunales o ante árbitros internacionales. Por eso llegó tanta inversión al país.

Las empresas extranjeras no pueden permitir que sus apuestas de millones estén expuestas a la decisión jueces corruptos o justos, pero amenazados por criminales.

No tiene un mal funcionamiento el Tlcan en su estructura, pero Donald Trump se sirvió de éste para señalarlo de la razón del sufrimiento económico de los habitantes del centro de los Estados Unidos. La versión le atrajo votos y por esa razón hoy estamos ya esperando un T-MEC que sustituya al Tlcan, porque lo pidió Trump y ahora debe ser ratificado por legisladores.

Hace 10 días surgió un documento en Estados Unidos al que en México casi nadie puso atención. Se trata del Reporte Sobre el Probable Impacto del Tratado de México Estados Unidos y Canadá, solicitado por el ala dura de negociadores del país vecino al norte y que después de revisar cada letra del acuerdo concretado, la encargada del proyecto, la Comisión Internacional de Comercio de los Estados Unidos, resumió:

“El modelo de la Comisión estima que T-MEC elevaría el PIB real de los Estados Unidos en 68 mil 200 millones de dólares (0.35 por ciento) y el empleo en los Estados Unidos en 176 mil empleos (0.12 por ciento). El modelo estima que Usmca probablemente tendría un impacto positivo en el comercio de los Estados Unidos, tanto con socios de Usmca como con el resto del mundo”.

Lejos de golpear la economía estadounidense, el tratado ayudará, al menos marginalmente.

El reporte fue liberado después del encuentro entre empresarios de Estados Unidos y México (US Mexico CEO Dialogue) con sede en Mérida, Yucatán, al inicio de este mes, en donde Tom Donohue, líder de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos —equivalente al CCE de México— vino a mostrar la lista de aliados con los que ya cuenta el T-MEC en su país.

Piensen en una empresa grande de Estados Unidos y estará en esa lista de Donohue. En esos mismos días Donald Trump firmó un par de órdenes ejecutivas —de esas que generalmente muestra como torero que cortó orejas— para agilizar la construcción de ductos en su país y aquellos conectados con sus vecinos, útiles para exportar gas natural, gasolina… de todo.

Entonces, la semana pasada emergió un monstruo entre la lista de aliados de Donohue para presionar a políticos: el API o Instituto del Petróleo Americano, que por si solo representa el 8 por ciento del PIB estadounidense y que urge ahora también a políticos estadounidenses a firmar el T-MEC.

Puede haber distracciones, como el minúsculo enfrentamiento entre militares de México y Estados Unidos —que a decir de portavoces de los vecinos como la capitana de la Marina, Pamela Kunze, no pasó a mayores— o asuntos más serios como el modo en que Trump usará en su favor el T-MEC para su campaña 2020. Pero esta primavera huele a una ratificación legislativa del tratado, como hace mucho tiempo no olía.

 

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