Gracias, Don Andrés

ESTIMADO SR. ANDRÉS Iniesta:

Llegó el momento que usted anhelaba que no llegue jamás, la hora de dejar al Barcelona de sus amores. Esa gran institución que usted ayudó a hacer más grande de lo que ya era en sus 16 años de estancia como culé. Las despedidas nunca son fáciles, pero como decía Gustavo Cerati, otro gran maestro como usted, “poder decir adiós es crecer”.

Y es que sobra decir que se le va a extrañar en las canchas de Europa mostrando su mejor nivel futbolístico, tal y como nos acostumbró por los menos durante la última década tanto en el cuadro culé en la liga española, la Copa del Rey y la Liga de Campeones, así como en la Selección de España.

Sin embargo, no bastaron su talento, brillantez, compañerismo y liderazgo en la cancha para fascinar al mundo del futbol, pues fue con su calidad humana, con esa sencillez y humildad que le caracterizan desde siempre, con la que se ganó el corazón de todos los que le conocen, aunque sea desde el otro lado de una pantalla.

Usted es un deportista de los que ya no hay, de esos a los que no les importa el corte de cabello de moda, los tatuajes, las barbas o los nuevos zapatos de alguna trasnacional. Usted es juego puro y pone de nuevo sobre la mesa la acepción básica del futbolista: ídolo de masas, ejemplo dentro y fuera de su disciplina y exponente de la mejores modales y educación, abriendo siempre la puerta al aficionado común, por lo que millones de ellos le están agradecidos.

A usted no le hace falta ningún Balón de Oro para tener más respeto que nadie, basta con recordar el gol que marcó en la final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 para darle a España el primer campeonato mundial de fútbol a costa de los holandeses, para tener presente el lugar que usted ocupa en la historia de este juego, porque muchas veces el reconocimiento y el afecto social vienen a raudales con los logros que ponen a gritar a un país.

Luego de 32 títulos oficiales con el Barcelona y de ser artífice en la consecución del ciclo triunfador Euro-Mundial-Euro con La Roja, es momento, Don Andrés, de que también disfrute el fruto de su éxito como futbolista, así como el fruto de las cosechas con las que se preparan los vinos y demás productos que ofrece su prestigiosa bodega, pero sobre todo, que dedique más momentos inolvidables a su familia.

Recuerde que el tiempo pasa igual para todos, quizá más rápido que la velocidad de un pase filtrado suyo. Que le vaya muy bien en Rusia, China y a donde quiera que usted vaya, porque se lo merece, como se merece cada ovación en cualquier cancha del mundo. ¡Buena vida, genio!

Texto: Martín Arias
Foto: Cortesía

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