Entre tinieblas…

Por Miguel II Hernández Madero

Yucatán, al igual que México, se caracteriza porque cada seis años se pretende rehacer las cosas, borrar los vestigios del pasado y reconstruir, aduciendo que es la “sangre nueva”, que “es la tierra de las maravillas” o simplemente que “Yucatán merece más”; pero la realidad de las cosas es que con esa tendencia se desperdician recursos y se sacrifican programas de atención para grupos vulnerables…, y esto estaría bien de no ser porque seguimos siendo un estado con altos índices de pobreza y bajos salarios, aunque se presuma de ser de las entidades con menores índices de desempleo en el país.

Y en esto quienes padecen más son aquellos quienes pertenecen a algún grupo en condiciones de vulnerabilidad. No sólo son los pobres, que representan casi el 50 por ciento de nuestra población, sino también las personas Adultos Mayores y personas con discapacidad, entre otras.

Se trata de un tema espinoso, que se maneja en silencio, pero el silencio es el peor de los flagelos porque genera impunidad. Es muy cierto que esta administración ha aprovechado varias oportunidades para difundir acciones que son “vendibles” ante la opinión pública, pero en realidad sin hacer nada a fondo.

Tomemos un ejemplo: en los últimos meses de la administración anterior, el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, gestionó con el DIF Nacional la construcción de un Centro de Atención Integral para disminuidos visuales y carentes de vista. Se construyó con recursos federales y apoyo de organismos externos, pues el Gobierno del Estado encabezado por Rolando Zapata Bello, no destinó recursos para este fin. El equipamiento fue gestionado ante la Fundación Telmex, que entregó una parte y se inauguró el edificio, construido en terrenos del CREE.

Hasta aquí todo bien. Se hizo la correspondiente entrega con el cambio de administración, pero ahora luce como un elefante blanco, vacío, sin uso y sin el equipo que tuvo.

Pero además, la segunda parte del equipo está a disponibilidad en la Ciudad de México, pues se adquirió cuando ya había tomado posesión la administración de Mauricio Vila Dosal, con el resultado de que las nuevas autoridades estatales no han acudido por él, quizá porque resulta muy caro pagar el flete para traerlo a Yucatán.

También podría ser que no existe interés en continuar con ese programa de atención a los carentes de vista y en su lugar se pretenda usar el edificio para alguna de las dependencias de esta administración. Hay muchas posibles explicaciones, pero lo importante es que por segunda vez se le propina una cuchillada a ese sector de yucatecos.

La primera cuchillada fue en el sexenio de Patricio Patrón Laviada, cuando por razones presupuestales se cerró la Escuela para disminuidos visuales y carentes de vista, que funcionaba en una señorial casa en la calle 62, cerca de la casa del Pinar, a poca distancia de la avenida Colon.

Esperemos que esta administración abra los ojos y no se mantenga en la oscuridad.

Hasta la próxima…

 

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