Equinoccio, ¿fenómeno de la mercadotecnia?

Cada año miles de personas se dan cita en la zona arqueológica de Chichén Itza para cargarse de energía y presenciar la bajada de Kukulcán, situación que, explica el arqueólogo Orlando Casares Contreras, no figuraba ni en el calendario agrícola de los antiguos mayas ni mucho menos de Mesoamérica, pero que sí se ha impulsado desde el punto de vista de la mercadotecnia, que se refleja en un aumento considerable de visitantes que, deseosos de presenciar el equinoccio, se reúnen entre el 20 y 21 de marzo para dar la bienvenida a la primavera y cargarse de energía.

-Cada año una caravana esotérica de cientos o miles de personas vestidas de blanco acuden a captar la energía solar a los sitios arqueológicos, pero si ésta es su motivación, incluso, deberían de vestirse de negro, que es la forma de captar mayor radiación y calor -dijo el experto en el marco de la conferencia titulada “Estudios arqueoastronómicos en El Castillo de Chichén Itzá”, que hace unos días se presentó en el marco del aniversario 80 del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

-No hay registros históricos prehispánicos de los equinoccios, los cuales tampoco son frecuentes en los trabajos de arqueoastronomía -señaló el ponente ante guías de turistas, estudiantes e interesados en la cultura maya que se dieron cita en el Museo Palacio Cantón. Afirmó que, contrario a lo que se piensa, el fenómeno, que también ocurre en otoño, no regía en la vida y cosmovisión de los mayas.

El fenómeno de luz y sombra del descenso de Kukulcán no solo se da dos días al año, también ocurre en otras fechas, aseguró el ponente, quien mostró diversas fotografías del descenso de la serpiente emplumada tomadas en distintos días de un mes de marzo por Ligia Aguilar Salazar.

La fotógrafa estadounidense Laura Gilpin publicó en 1931 su libro titulado “Temples in Yucatán”´, y en la portada aparecía una fotografía del equinoccio tomada entre marzo y abril de 1932, cuando aún no se establecía relación alguna entre el fenómeno de luz y sombra y el equinoccio de primavera.

Incluso la proyección de luz y sombra de los triángulos que forman el cuerpo de la serpiente se da en distintas épocas del año, en unos casos cuatro, otros cinco, siete o los nueve triángulos en total.

El arqueólogo recordó que en los años sesentas un abogado mexicano tomó fotografías de El Castillo que asoció con el equinoccio, relación que hoy representa un atractivo turístico que concentra mucha gente en un mismo sitio el 21 de marzo, cuando podría distribuirse en diversos días del año en que ocurre el mismo fenómeno.

Casares Contreras estableció que este criterio del equinoccio, inexistente para los antiguos itzáes, podría aplicarse igualmente en Mayapán, Tulum y Dzibilchaltún, así como en estructuras de la cultura tolteca como Teotihuacán, donde el fenómeno de luz y sombra realmente se presenta en otras estructuras y no precisamente en la Pirámide del Sol.

-El equinoccio es de un enfoque más occidental, solo es referente en uno por ciento de los conocimientos astronómicos legados por los antiguos sobre el movimiento de los astros. Es un mito afirmar que el descenso de Kukulcán en Chichén Itzá solo se da en esos días -puntualizó.

Texto y foto: Manuel Pool Moguel

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