¿Estamos exagerando con la gasolina?

Por Jonathan Ruíz Torre

Concluía la reunión matutina en una oficina este martes cuando alguien mencionó una nota de algún medio que hizo referencia a seis gasolineras de la Ciudad de México que se quedaron sin combustible. De inmediato, alguien reviró: “hay que ir a llenar el tanque”. Pánico.

Ayer también, en entrevista con El Financiero Bloomberg, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo: “La verdad no deben ser seis, deben ser más. Deben ser… calculamos 20. Entonces pensamos que poco a poco se va a ir normalizando”.

Me llamó también anoche un empresario quien me recordó el impacto que tiene en la gente la noticia de aproximación de un huracán. Todos tienden por pánico ir a llenar el tanque de su automóvil, independientemente de la afectación de la ciudad, en donde las gasolineras —aunque no haya desastre— quedan desiertas durante días después del pánico, porque todos tienen combustible.

No hay manera de asegurar en este momento si estamos exagerando con el desabasto parcial de gasolina en México. No podemos porque Pemex ha sido siempre una empresa opaca que revela poco de la información interna, pero podemos aproximarnos.

Hay versiones encontradas entre quienes advierten la falta que hacen hoy ex directivos de Pemex que tramitaron su jubilación antes de que llegara el gobierno de AMLO ante el temor de que redujeran sus ingresos o los beneficios de su retiro. Otros los señalan como la fuente del problema que creó un sistema paralelo del que consumimos todos: delincuentes que robaban el combustible y rellenaban gasolineras bajo la omisión o complicidad de funcionarios, criminales que hoy con el ejército encima en las refinerías, no pueden operar.

Un caso relevante entre los jubilados del primer caso es el de Adrián Brígido Moral Piñeyro, quien se sacó la rifa del tigre en 2015, cuando lo nombraron subdirector de Almacenamiento y Despacho, es decir, el responsable justamente de vigilar ductos y terminales de combustible asediados por los criminales “huachicoleros”.

Este ingeniero en administración de sistemas por la Universidad Hispanoamericana es señalado como el experto en la administración de la red que mantuvo el abasto relativamente estable durante la administración del presidente Enrique Peña Nieto. Él no alcanza aún los 60 años, pero acumuló una trayectoria de 36 años en Pemex que le valieron para pedir su jubilación. Su ausencia pesa, advierten algunos.

En cualquier caso hay que hacer una disección del problema: gasolina hay toda la que podamos importar aunque no nos guste y las ciudades cercanas a los puertos o a la frontera norte están relativamente a salvo, pues pueden comprar cuanta necesiten.

El lío está en el centro del país que depende del abasto nacional principalmente, de las descuidadas refinerías de Pemex. Es ahí en donde se bloquearon las cadenas criminales de abasto a las bombas que hoy padece el país. Dicen el Presidente y expertos que eso se resolverá pronto, sin comprometerse a una fecha final.

El problema de fondo persiste: refinerías que no funcionan, pocos centros de almacenamiento que obligaron a convertir en “tanques” los ductos a los que cualquier individuo parece tener acceso y un país que desde hace años no tiene gasolina para que funcione ordenadamente al menos durante una semana.

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