Factores de riesgo del embarazo en adolescencia

El embarazo en la adolescencia, a pesar de haber disminuido su incidencia en las últimas dos décadas gracias al empleo de diversos métodos anticonceptivos, continúa siendo muy frecuente. Un informe del Fondo de Población de Naciones Unidas realizado en 2013 alertaba de que, cada año, más de siete millones de jóvenes menores de 18 años daban a luz en los países en vías de desarrollo, y que dos millones de ellas tenían menos de 14 años.

En Estados Unidos, por ejemplo, la tasa de embarazos en adolescentes –que es una de las más elevadas de los países occidentales– es de 600,000 cada año (según datos de 2008), lo que significa que se producen más de 158 casos por cada 100,000 habitantes. México, donde alrededor de medio millón de menores de 20 años son madres anualmente, es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) donde más embarazos adolescentes se producen. Y, en España, 3,219 menores de 18 años parieron en 2011, y 145 de ellas tenían menos de 15 años en el momento del parto.

Además de la precocidad sexual, otros factores de riesgo influyen para que se produzca un embarazo precoz, como:

Disfunción familiar (deseo de huir de un hogar en el que la adolescente se siente incómoda, o amenazada por la violencia, el alcoholismo y la posibilidad de incesto).
Una situación económica muy deficiente.

Sociedad tolerante con la idea de mantener relaciones sexuales a edades cada vez más precoces.

Falta de información suficiente sobre el comportamiento sexual responsable y las medidas de contracepción necesarias.

Bajo rendimiento académico.

Entorno social en el que los embarazos tempranos sean muy comunes.

Consumo de alcohol o drogas.

Haber sido víctima de un ataque o abuso sexual.

Ser hija de una mujer que fue madre a edad temprana.

COMPLICACIONES

El embarazo en la adolescencia está asociado con un mayor índice de morbilidad y mortalidad, tanto para la madre como para el bebé. El organismo de la adolescente tiene unas necesidades para su propio desarrollo en las que puede interferir la gestación, con los consiguientes riesgos de malnutrición o retraso en el desarrollo óseo, entre otros.

A nivel psicológico, la adolescente se encuentra en una etapa de inmadurez, que hace que acuse más el rechazo, sienta vergüenza, y sufra problemas de adaptación o de falta de apoyo emocional, ya que por lo general no tiene pareja, o la relación no está consolidada.

Además, muchas de las adolescentes quedan nuevamente embarazadas en los dos años siguientes al nacimiento del primer bebé, lo que dificulta todavía más continuar con los estudios y conlleva generalmente una mala situación económica en el futuro, que también afectará al bienestar de los hijos.

Las adolescentes embarazadas tienen un riesgo mucho mayor de sufrir complicaciones durante el embarazo como:

Placenta previa.

Preeclampsia (hipertensión arterial durante el embarazo).

Parto prematuro.

Anemia grave.

Rotura prematura de aguas.

Mayor riesgo de que no acuda a las visitas ginecológicas, o no siga los consejos de su médico.

Mayores dificultades durante el trabajo de parto.

CONSEJOS

Los embarazos en adolescentes se deben llevar en una consulta de alto riesgo, en la que se hace un control del embarazo mucho más exhaustivo y multidisciplinar, y en la que además del ginecólogo intervienen psicólogos e, incluso, pediatras, especialmente si la futura madre se encuentra en una edad límite –entre los 12 y los 16 años– considerada por los expertos la etapa de mayor peligro.

Seguir una dieta nutritiva y equilibrada, rica en proteínas, hierro, ácido fólico y calcio.

Texto: Agencias

 

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