Fakes pandémicas

Armando Escalante
Periodista y analista político

Insensatos, oportunistas, carroñeros, desgraciados, malnacidos… —¡alto! paremos aquí, no estamos citando al peje en alguna de sus “misas mañeras” cuando se dirige al pueblo mexicano, sino solo describiendo a todos y cada uno de quienes vía redes sociales, algunos portales y hasta videos, tienen la penosa misión de tergiversar los sucesos relacionados con la pandemia en el estado.

Conozco a varios de estos tristes calumniadores y cuando lo amerita, desmiento sus publicaciones malaleche —o personalmente les rebato—, siempre que su nivel intelectual les alcance para merecer una llamada, porque de otro modo, no tiene caso dirigirles la palabra. La mayoría de sus dichos y afirmaciones no valen la pena y caen por su propio peso; en otros casos, los desmentimos ante su propio público y les hacemos llegar la información correcta y la aclaración de que tal nota, video o audio son falsos.

Triste papel el que tienen estos mercenarios y mercenarias, a los que no les cae bien el Gobernador y con eso creen tener suficiente motivo para salir a mentirle a su desinformada audiencia. Cabe aclarar que la mayoría son gente desacreditada y conocida por lo mismo: siempre difundir falsedades.

Dentro de todo este grupo de “fabricantes” de FakeNews, tambien hay gente que tiene fines políticos, es decir, hacen su lucha contra el actual gobierno por razones válidas de partido. Incluso como buen buitre, apareció un dirigente intentando sacar la cabeza del lodo en que está sumido. Otros voceros intentan descalificar las acciones oficiales mediante la difusión de rumores, dándole crédito y voz a las decenas de audios y vídeos apocrifos que “fabrican” aquellos cuyo candidato perdió la elección.

Los menos, los que si son periodistas, hacen la tarea y hablan de lo que les consta, en una dura crítica que es bienvenida y que incluso sirve para corregir graves errores cometidos en estos cuatro meses de combate al coronavirus. Solo hago votos para que ninguno de ellos caiga en comprobar personalmente sus dichos en torno a la pandemia. Lo peor sería que tuvieran razón.

El xix.— Recordamos emocionados y un tanto tristes, muchas anécdotas de quien nos firmó nuestra primera credencial de reportero en el Diario de Yucatán en septiembre de 1985, casi un año después de que comenzamos una carrera que no imaginamos y que nos tiene aquí, escribiendo. Son vivencias de sentido muy personal, privado y hasta familiar como cuando nos abrió las puertas de su hogar para unir lazos consanguíneos y de mucha calidad espiritual. Lamentamos su muerte: descanse en paz don Carlos Menéndez Navarrete.

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