Por Carol Santana
El día de ayer, México poco a poco comenzó a integrarse a la nueva normalidad. Poco a poco los 3 estados del país han regresado a sus actividades diarias, y aunque este proceso nos llevará un tiempo, es el momento ideal para poder ir construyendo las bases de lo que queremos traer a esta nueva normalidad y lo que queremos dejar atrás.
Si bien la contingencia no ha terminado del todo —y es necesario que nos quedemos en casa para no disparar los contagios y saturar el sistema de salud—, repensar qué estructuras ya no podemos tolerar es indispensable para mejorar nuestras condiciones y calidad de vida. Para así evitar algunos de los desastres relacionados con la desigualdad social que vivimos y se evidenciaron aún más en esta pandemia.
Y este es un fenómeno a nivel mundial. Las protestas que han estado surgiendo en Estados Unidos por la brutalidad policiaca, el alza del supremacismo blanco y el racismo que ha existido y fundado las estructuras del país, nos han inspirado a cuestionar nuestro lugar en el mundo, así como el papel que celebridades, empresarios y marcas tienen en nuestro día a día.
Es por esto que cuando imagino la nueva normalidad con perspectiva feminista pienso en todas las estructuras que aún nos faltan por romper.
Si bien existen diferentes tipos de feminismo, y este movimiento no es una masa homogénea, es importante resaltar que dentro de la lucha hay quienes todavía no reconocen el valor ni la importancia —o la dignidad— de las personas trans, por ejemplo.
Hay quienes todavía tienen problemas al enfrentarse con sus privilegios. Ya sea por ser mujeres blancas, heterosexuales, cis o empresarias que no les dan a sus trabajadoras las prestaciones ni los sueldos que merecen.
Y lejos de la inclusión y la interseccionalidad con la que debemos construir nuestros esfuerzos, es importante que reconozcamos el valor que la empatía debe tener en nuestras vidas, tanto para escuchar las luchas de personas diferentes a nosotros así como para ser aliados que otorguen y abran paso a nuevas oportunidades para las personas que no tienen los mismos privilegios.
Además de que en esta nueva normalidad, es importante que comencemos a dejar de privilegiar a las masculinidades tóxicas que han afectado el sano desarrollo tanto de hombres como mujeres.
Nuestra nueva normalidad debe contemplar que las cosas nunca estuvieron parejas ni fueron justas, y que si queremos empezar de nuevo es necesario que cuestionemos una y otra vez lo que nos han enseñado.