Hace 4 años, en Isla Vista

Elliot Rodger, de 22 años, llevó a cabo una masacre que dejó un saldo de 6 muertos y que culminó con su suicidio. Antes del horror, envió un texto autobiográfico de 141 páginas a varios familiares y conocidos: My Twisted World, su manifiesto.

El libro, disponible en internet, es una lectura indispensable para entender el fenómeno violento que actualmente carcome a EU y que ya ha surgido también en territorio nacional (recordemos lo sucedido en el Colegio Americano de Monterrey, el pasado 2017).

My Twisted World es un escrito valioso puesto que es más una autobiografía que un manifiesto. Si bien sus últimas páginas son dedicadas a exponer la distorsionada cosmovisión de Rodger, la mayor parte del libro es un recuento detallado y emocionalmente sincero de la vida y los errores del joven: de la alegría que le traía reunirse con sus amigos, de su pavor a no encajar, y de cómo eso se convirtió en envidia, resentimiento y, posteriormente, en la deplorable ideología que lo llevó a matar.

Con lo anterior no quiero decir que las acciones de Elliot son excusables, sino que las actitudes viles detrás de ellas son el producto de miedos y deseos humanos y universales que fueron impropiamente atendidos –como evidencia su texto–, tanto por él como por quienes en su momento estuvieron en posición de ayudarlo. De haber tenido un adecuado desarrollo intelectual, sentimental y ético, su destino hubiera sido diferente.

Habiendo sucedido otro tiroteo en una escuela estadounidense hace apenas 5 días, es imperativo analizar críticamente las más profundas causas de crímenes como el de Rodger para así prevenir, desde la raíz, que actos como aquel se hagan frecuentes aquí en México, donde los horrores ya sobran.

Por Marcial Méndez*
alexmendez2903_s14@hotmail.com

* Estudiante de Diseño Multimedia, posmoderno y fanático del vaporwave. Dicen que es más formal de lo que su foto indica. Sí tiene novia.

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