Homenaje al escultor Rómulo Rozo Peña

El día de hoy se celebra el aniversario número 54 del fallecimiento del ícono de las artes visuales y creador de la gran obra del Monumento a la Patria, que cuenta la historia del pueblo mexicano

Un día como hoy, pero del año de 1964, a los 65 años de edad, falleció en nuestra ciudad el escultor colombiano Rómulo Rozo, quien empleó 12 años para construir la que consideró “la obra de su vida”, el Monumento a la Patria.

Grabó en cantera rosa de Ticul cuatro gigantescos relieves distribuidos en hemiciclos con cerca de 300 figuras en las que cuenta la historia de México, desde la Conquista Española, la Colonia, la Independencia, la Reforma, la Revolución y todas las luchas heroicas que a través de su historia ha tenido el pueblo mexicano.

La magistral obra se inauguró el 23 de abril de 1956 y allí estuvo un niño que recuerda paso a paso los detalles de aquella emotiva ceremonia, encabezada por el Presidente Adolfo Ruiz Cortines, se trata del ahora cronista de la Ciudad, Jorge Álvarez Rendón, quien comparte esos recuerdos imborrables para los lectores de Punto Medio.

-Yo estuve allí, tenía 10 años y en ese entonces una de las cosas que recuerdo bien, es que la calle que conectaba al Monumento con Itzimná, era de tierra -relató el maestro.

Como es costumbre, hasta la fecha, al momento de la inauguración de una obra magistral, se invitó a las escuelas primarias y secundarias cercanas a que llevaran a sus alumnos a presenciar el acto protocolario, al cual el mandatario llegó muy atrasado después de acudir a una reunión con los henequeneros, acompañado del entonces gobernador, Víctor Mena Palomo.

-Lo trajeron en una camioneta de redilas cubierto con palmas y acompañado de muchas mestizas, allá estaba él, era el único con traje al que no le faltaba su acostumbrada corbatita de lazo, fue algo inolvidable para mí, pues ese día celebraba mi Santo, porque el 23 de abril se festeja a San Jorge, y yo me llamó así -dijo el cronista, quien comentó que un año antes, por azares del destino, ya había tenido la oportunidad de conocer muy de cerca la obra.

-Ya estaba por terminarse, y siempre que pasaba por el lugar, que era donde finalizaba el Paseo de Montejo, como niño le preguntaba a mi papá qué se escondía con tanto celo detrás de aquel tapial de madera -recordó.

-El día menos pensado, mi papá, quien era representante de una compañía aseguradora, me dijo ‘súbete a la moto, vamos a saber qué es eso que tanto te llama la atención’, y nos dirigimos al monumento. Mi papá fue a discutir con Don Rómulo algo relacionado con la prima del seguro, porque pensaban que la piedra no era tan resistente, y fue allí donde lo conocí por primera vez, en medio de mucha gente que esculpía la piedra según sus indicaciones, con su pantalón blanco y su camiseta sport, con las manos blancas, llenas de polvo de piedra -detalló.

La cuestión es que el maestro Álvarez, no se interesó en saber cómo acabó ese asunto de dinero, sino que aprovechó la oportunidad para extasiarse con el trabajo que se realizaba.

-Reconocí de inmediato al padre Hidalgo y a otros héroes nacionales, y ya en la parte trasera del monumento me llamó mucho la atención ver al águila estilizada sobre lo que sería una representación del lago de Tenochtitlán, algo hermoso -comentó.

El entrevistado dijo que años después se encontró nuevamente con don Rómulo Rozo, pero ahora en la Liga de Acción Social.

-Era un hombre muy versado y culto, hablaba de los temas más diversos, pero además hacía versos y canciones, y recuerdo que esa noche el maestro de ceremonias pidió un aplauso para el maestro a quien presentaron como el autor de la canción “Los Clarineros” y todos le aplaudimos -expresó el cronista.

Para conocer más acerca de la obra musical del escultor colombiano, consulta la edición impresa del día de mañana de este periódico.

Texto: Manuel Pool
Fotos: Juliana Sepúlveda

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