HTexto y foto: Agencia EN LA guerra implacable por la salud humana, las bacterias parecen ir ganando: investigadores de la Universidad Cornell, en Estados Unidos, reportaron el hallazgo de un gen, el noveno de su clase, que es capaz de dar, a la bacteria que lo aloje, resistencia a los antibióticos que forman la última línea de defensa para los humanos. Llamado mcr-9, el nuevo gen pudo ser aislado gracias al concurso de la biología computacional, y su hallazgo al menos permitirá a equipos sanitarios de todo el mundo identificar si enfrentan una infección que representa un riesgo de bioseguridad. Los microbios causantes de enfermedades, entre los que se cuenta la enterobacteria Escherichia coli, desarrollaron un mecanismo muy eficiente para hacerlos resistentes al efecto de los medicamentos: secretan unas enzimas llamadas beta lactamasas. Estas funcionan disolviendo en parte la capacidad de acción de los antibióticos más usados para combatir infecciones, a los que se llama beta-lactámicos y entre los que se cuentan las penicilinas y las cefalosporinas. Resistencia bacteriana. Los médicos se dieron cuenta de que algunos antibióticos no eran neutralizados por las enzimas bacterianas: eran los llamados antibióticos carbapenémicos, y a medida que se extendió la resistencia bacteriana a los antibióticos de uso común se empezaron a usar más los carbapenémicos. Sin embargo, las bacterias se fueron adaptando a las nuevas condiciones. Como no se desarrollaron nuevos antibióticos y los carbapenémicos se fueron usando más y más, nacieron cepas de bacterias multirresistentes capaces de resistirse a terapias a base de antibióticos de todo tipo. Entonces los médicos sacaron de su arsenal, de los archivos históricos, un antibiótico llamado polimixina B o colistina. Este se usó en los años 50 para combatir bacterias llamadas gramnegativas, pero su uso médico se suspendió porque advirtieron que causaba efectos secundarios de tipo neurológico y renal. Además, se encontró que servía para engordar puercos, así que la colistina se usó masivamente (12 mil toneladas anuales) para la crianza de animales destinados al consumo humano. Eventualmente quedó claro que los temores sobre efectos secundarios eran relativamente infundados, y mejor se determinó que la colistina era altamente eficaz para atacar a bacterias multirresistentes. Se convirtió así en la última línea de defensa terapéutica contra los microbios capaces de resistir a otros antibióticos.allan gen que crea bacteria resistente

En la guerra implacable por la salud humana, las bacterias parecen ir ganando: investigadores de la Universidad Cornell, en Estados Unidos, reportaron el hallazgo de un gen, el noveno de su clase, que es capaz de dar, a la bacteria que lo aloje, resistencia a los antibióticos que forman la última línea de defensa para los humanos.

Llamado mcr-9, el nuevo gen pudo ser aislado gracias al concurso de la biología computacional, y su hallazgo al menos permitirá a equipos sanitarios de todo el mundo identificar si enfrentan una infección que representa un riesgo de bioseguridad.

Los microbios causantes de enfermedades, entre los que se cuenta la enterobacteria Escherichia coli, desarrollaron un mecanismo muy eficiente para hacerlos resistentes al efecto de los medicamentos: secretan unas enzimas llamadas beta lactamasas. Estas funcionan disolviendo en parte la capacidad de acción de los antibióticos más usados para combatir infecciones, a los que se llama beta-lactámicos y entre los que se cuentan las penicilinas y las cefalosporinas.

Resistencia bacteriana. Los médicos se dieron cuenta de que algunos antibióticos no eran neutralizados por las enzimas bacterianas: eran los llamados antibióticos carbapenémicos, y a medida que se extendió la resistencia bacteriana a los antibióticos de uso común se empezaron a usar más los carbapenémicos.

Sin embargo, las bacterias se fueron adaptando a las nuevas condiciones. Como no se desarrollaron nuevos antibióticos y los carbapenémicos se fueron usando más y más, nacieron cepas de bacterias multirresistentes capaces de resistirse a terapias a base de antibióticos de todo tipo.

Entonces los médicos sacaron de su arsenal, de los archivos históricos, un antibiótico llamado polimixina B o colistina. Este se usó en los años 50 para combatir bacterias llamadas gramnegativas, pero su uso médico se suspendió porque advirtieron que causaba efectos secundarios de tipo neurológico y renal. Además, se encontró que servía para engordar puercos, así que la colistina se usó masivamente (12 mil toneladas anuales) para la crianza de animales destinados al consumo humano.

Eventualmente quedó claro que los temores sobre efectos secundarios eran relativamente infundados, y mejor se determinó que la colistina era altamente eficaz para atacar a bacterias multirresistentes. Se convirtió así en la última línea de defensa terapéutica contra los microbios capaces de resistir a otros antibióticos.

Texto y foto: Agencia

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.