Ida

Por Juan Esteban Méndez

Mae Govannen, lectores. Es momento de compartirles mi crítica de una película que tuve el honor de ver en el Festival Internacional de Cine de Morelia: “Ida”.

Películas como Ida son las que sólo tienen dos salidas: la adoras o la detestas, por la simple razón de tener un fondo muy marcado que los cinéfilos promedio no logran desentrañar fácilmente. Es una historia introspectiva y con un mensaje muy profundo que vemos ejemplificado en el personaje de ‘Ida’. Es un largometraje enteramente dramático y con una fuerte presencia de las ideologías religiosas y sociales que giran en torno de toda la película, dirigida a un público contemplativo y maduro.

La dualidad de tía-sobrina que vemos en la película está muy bien ejemplificada no sólo por sus marcadas ideologías y costumbres si no por su coexistencia armónica que hace que ambos personajes evolucionen durante el transcurso de la película, especialmente la protagonista, interpetada por la actriz Agata Trzebuchowska, que logra un cambio muy notorio y todo gracias a una excelente actuación en donde recae el valor mismo de la cinta y todo esto es posible en gran parte gracias a las actuaciones de ambas protagonistas, sus elementos expresivos convencen y dotan de vida misma a sus respectivos personajes.

Elementos que logran destacar en el apartado estético es, definitivamente, el tratamiento de la película enteramente en blanco y negro en conjunto con sus encuadres fijos y planos que mantienen al espectador dentro de la historia haciendo la experiencia mucho más íntima pero sin olvidar la notoria presencia de estos elementos junto con el ya olvidado formato 4:3 que le da una estética más clásica  y eso es algo que muchos aprecian, pero para otros podrá ser algo incómodo.

‘Ida’ es una excelente propuesta sobre las ideologías y los conflictos interiores que podemos sufrir los seres humanos en el transcurso de nuestra vida, llevándonos a dudar, temer y  finalmente arriesgarnos para poder seguir adelante tomando un camino a seguir. ‘Ida’ es, sin duda, una historia de arrepentimiento, dolor, angustia, desesperación y de sobre todo de un autodescubrimiento espiritual e intelectual el cual todos nosotros estamos propensos a experimentar.

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