Isaura Margarita Porras, la niña ciega y con síndrome de Down que brilla al piano tocando a Mozart y Chopin

Isaura Margarita Porras nació ciega y con Síndrome de Down en el estado de Chiapas. Los doctores fueron claros con sus padres desde el primer día: no hablaría, no caminaría y no aprendería nada. Hoy, la joven es concertista de piano a nivel internacional.

Ha ofrecido tres conciertos en Costa Rica, con un repertorio musical que incluyó piezas de genios de la música como Mozart, Schumann y Chopin, así como temas emblemáticos de la cultura mexicana como Cielito lindo, del compositor Quirino Mendoza y Cortés.

Su madre, Imelda Cruz, cuenta que llevó mucho esfuerzo que su hija, que ahora tiene 34 años, lograse su sueño.
Isaura tiene trisomía 21, una anomalía cromosómica que causa el síndrome de Down en más del 90% de los casos.”Cuando estaba muy pequeñita, su padre le compró un teclado y tocaba con sus dos deditos. Llegamos a Cuautla, (estado de) Morelos, y empezamos a buscar un maestro para ver si le podían seguir dando algunas clases más que nada para que aprendiera a tocarlo”, relata la madre.

Muchos años después, tras haber llamado sin éxito a muchas puertas para que su hija pudiera aprender, se toparon en su camino con la concertista Nadia Arce, quien se encontraba dando un recital en un centro comercial. La por aquel entonces niña Isaura y sus padres quedaron fascinados por la habilidad de la pianista.

Con valentía, decidieron preguntarle si podría enseñar a su hija a tocar el piano. Accedió y la niña ganó una maestra que marcaría su vida y su carrera.

Su profesora le da clases por Skype. “Hasta hoy le da clases. Ella no vive aquí y su repertorio se lo da por Skype”, asegura Imelda, quien considera que la mentora “se siente orgullosa por todo el desempeño que ha realizado” su discípula.

Todo ello “a pesar de que le costó al inicio enseñarle”, confiesa Imelda sobre el aprendizaje de su hija, a quien cariñosamente llaman “Mago”.

Nadia Arce recuerda que para ella era estupendo enseñar a su alumna “porque era aprender cómo yo debería de enseñarle, realmente fue de una forma empírica, porque yo todavía no tomaba cursos de pedagogía musical”, relata.

Al no tener un sistema de braille tuvo que hacer acopio del ingenio e inventar uno con madera y otros materiales para que su alumna pudiera “sentir la textura e identificar las figuras musicales”.

A día de hoy, la maestra da clases por Skype a niños de distintos lugares del mundo. Para ella, el amor y la pasión por lo que hagan es esencial para que los niños con dificultades logren sus sueños. “Antes que nada tienen que tener amor en ellos mismos”, dice, y anima a que observen “qué maravilla puede haber en cada ser humano”, independientemente de qué características tenga.

Texto y fotos: EFE

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