La Educación que viene…

Por Miguel II Hernández Madero

Cada año miles de jóvenes en Yucatán presentan exámenes de admisión para continuar sus estudios en las escuelas públicas de nivel medio, medio superior y superior, pero lamentablemente muchos quedarán fuera al no alcanzar cupo, ya que el espacio es insuficiente para atender la creciente demanda que se presenta y eso provoca, entre otras cosas, que abandonen sus estudios o que recurran a la educación privada.

Esta es una situación que se vive en todo el país, pues el sistema educativo nacional no ha podido responder a las demandas de una sociedad cada vez mayor. Los discursos oficiales señalan hasta el cansancio que la educación es la base del futuro y los datos duros hablan de un rezago educativo lacerante, con altos índices de deserción escolar y bajos porcentajes de eficiencia terminal. Las reformas educativas no han servido, aunque han intentado resolver algunos problemas y viene otra reforma, la del presidente López Obrador, que pretende retomar modelos añejos que nunca resolvieron nada.

En resumen, nuestro sistema educativo cojea desde hace mucho. Es muy bajo el porcentaje de niños que inician la primera y que llegan a obtener su título en una carrera universitaria o en una ingeniería. ¿Dónde está la falla? El inicio de todo el proceso, en preescolar y primaria, en el papel se ve impecable y de hecho sirve para algo en las zonas urbanas y semiurbanas. Las preinscripciones permiten proyectar la construcción de los espacios requeridos y la contratación de los docentes necesarios, pero aquí hay un pequeño detalle: esa estrategia aún no es suficiente y aún existen escuelas que funcionan en lugares habilitados e improvisados, con escaso o nulo mobiliario y con docentes que por vocación sacan adelante la tarea encomendada de enseñar a las nuevas generaciones.

Esos docentes merecen el reconocimiento de la sociedad y las autoridades, pero pocas veces se acuerdan de ellos, pues no están en sitios a donde lleguen los reflectores y mucho menos, lleguen los políticos que buscan escenarios para figurar.

Dejando a un lado ese aspecto nos topamos con otra incongruencia. Conforme se va avanzando van disminuyendo los lugares en las escuelas públicas, con lo que el ideal social demócrata de “acceso universal a la educación”, queda en el olvido. Como paréntesis hago la observación de que la plataforma política y los postulados del partido que estuvo en el poder (el PRI), lo definen como social demócrata, o sea no alejado de esa izquierda que ahora encabeza la administración federal. Sería interesante que alguno de los funcionarios y los dirigentes de dichas corrientes políticas trataran de explicar qué implica eso, pero lamentablemente desconocen de qué se trata, porque eso es ideología, un concepto que han demostrado desconocer o entender.
Reduciendo los espacios en los niveles superiores, se llega al grado de frustrar las aspiraciones de muchos, quienes deben integrarse a la fuerza laboral, sin la suficiente preparación, o si son afortunados, podrán pagarse una escuela privada, para seguir sus sueños en pos de una vida mejor, para sí y sus familiares.

Antaño se hablaba de razones como la saturación de profesionales, pero ¿será que no hacen falta médicos, psicólogos, académicos, ingenieros? Así podríamos incluso hablar de carreras menospreciadas que en conjunto contribuyen a la formación de una sociedad sólida, lejos de la deshumanización y enajenación que actualmente se vive. La inseguridad y la violencia vivida actualmente, es algo multifactorial, pero que no surgió ayer, sino que es el fruto de lo sembrado hace cuando menos una generación y que se ha ido fortaleciendo al hacer las cosas de la misma manera.

Urge un cambio. Urge recuperar nuestra sociedad a través de la educación y la cultura, que lamentablemente están quedando como simples accesorios.
Hasta la próxima…

 

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