La familia Buendía Xiu: legado de amor

En agosto mamá Chonita fallece a los 91 años, debido a secuelas de Covid-19. Sus hijos recuerdan las labores de planchado y lavado de ropa con lo que consigue que ellos estudien y tenga sus carreras

Los integrantes de la familia Buendía Xiu están muy agradecidos con la vida, por haber contado con la guía y los cuidados de mamá “Chonita”, quien a pesar de circunstancias adversas, y ante la ausencia de su padre, dedicó todas sus atenciones y cuidados para sacar adelante a sus seis hijos, dándoles estudios y profesión planchando y lavando ajeno. Ser trabajadora fue su carta de presentación.

—Por complicaciones después de contagiarse de Covid-19, mi mamá, María Asunción Xiu May, falleció el pasado 10 de agosto, le faltaron cinco días para cumplir los 92 años, pero nos dejó un hermoso legado de amor, dando ejemplo de fortaleza, de fe y humildad —dijo la maestra Gabriela Buendía Xiu, quien junto con su hermano Rubén, rinden homenaje a la vida de su madre, que desde pequeña aprendió a sobreponerse a muchos sinsabores.

Nació en Oxkutzcab el 15 de agosto de 1928 y llegó a Mérida a los 18 años de edad, sus parientes la trajeron a la capital del estado para alejarla del sufrimiento de perder a su abuelita Tomasita, quien la había cuidado al quedar huérfana primero de su mamá (Carmita May) a los 3 años y a los 9 a su papá (Bonifacio Xiu). Fue hija única.

—Cuando llegó a Mérida mi mamá vivió en casa de sus tíos en la calle 48 x 71 y 73 del centro, rumbo del Zepelín y fue allí donde conoció a quien fue mi papá, Santiago Buendía Cauich, que trabajaba enfrente —dijo Rubén, mientras que Gaby compartió una fotografía de la boda de sus padres que ocurrió en el año de 1954.

—Se veía muy enamorada, mi papá era el amor de su vida, era un año menor que ella, y su historia de amor fue muy especial, porque debido a que una de sus primas se casó, ella regresó a Oxkutzcab para ir a la boda y se quedó un tiempo y mi papá fue a buscarla, pero resultó que se le estaba complicando su objetivo, hasta que apareció una viejita limosnera que lo condujo hasta donde se encontraba mi mamá, la cuestión es que nos contaba mi mamá que como una cosa curiosa, nunca más la volvieron a ver —detalló Gaby, quien recordó que conforme a las costumbres de aquel tiempo, el novio tuvo que ir a Tekantó por sus padres y sus padrinos para que hicieran la petición de mano.

—Yo creo que mi madre dijo que si, al ver como mi papá la buscó y la conquistó —dijo la entrevistada. En total fueron seis los hijos del matrimonio Buendía Xiu, Santiago, Marta, Rubén, María del Carmen, Gabriela y Andrea.

La familia se estableció en Tekantó, donde los días transcurrieron en medio de carencias económicas, pero con mucha alegría por la convivencia, y a pesar de que llegó un momento en el que el jefe del hogar decidió hacer una nueva vida con otra mujer, gracias al trabajo honrado de mamá Chonita, que inclusive se trasladó a trabajar en un hotel en Pisté, población ubicada a unos cuantos kilómetros de Chichen Itzá, siempre preocupada porque a sus hijos no les faltara comida y ropa, para lo cual fue necesario dejarlos al cuidado de un tío.

—Vivimos en Tekantó hasta los años setenta, y si hay algo que le admiro a mi mamá, es que a pesar de todo lo que pasó con mi papá, nunca culpó a mis abuelos paternos, por el contrario siempre les trataba llamándoles papá y mamá, y a nosotros siempre nos enseñó a respetar a nuestro padre, siempre decía que el castigo que tendría sería divino, nunca nos inculcó rencor hacia él, e inclusive recientemente ya que falleció la persona con la que se fue, mi mamá pensó en algún momento en regresar con él, pero finalmente valoró su libertad —dijo Gaby, quien nos compartió que uno de los momentos de más satisfacción fue compensar y agradecer todo lo que su mamá hizo por ellos llevándola de paseo a Europa en el año 2006.

—Mi mamá fue mi mejor amiga, mi confidente pero también mi mayor crítica. Tuve la fortuna de retribuirle algo de lo mucho que hizo por nosotros, al vivir conmigo los últimos 20 años de su vida compartimos viajes, gozar sus anécdotas de juventud, su alegría por la vida —explicó Gaby mientras que Rubén concluye que el mayor legado que su madre les dejó fue el ejemplo del trabajo constante.

El mayor es dueño de una agencia de viajes. Otro es contador público, hay dos maestras y una Licenciada en Administración de Empresas.

Tras el abandono de su esposo dedicó la vida a sus hijos y no volvió a casarse.

Texto: Manuel Pool Moguel

Fotos: Cortesía

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