La historia de la centenaria Adelita

Con sus 103 años de edad, llenos de anécdotas vividas, la señora Delfina Mejía Pérez  se mantiene con buen ánimo y una sonrisa para su amplia familia

Con 103 años de edad, la señora Delfina Mejía Pérez, o Adelita, como le llaman sus familiares porque siempre recuerda que de pequeña sus papás la peinaban con puras trenzas, es el pilar de la familia Vega Mejía, y es su nieta Delfina Margarita quien nos platica la manera en la que su abuelita se mantiene con buen ánimo y siempre ofreciendo un consejo y una sonrisa para alguno de sus 9 nietos, 18 bisnietos y sus 4 tataranietos, para quienes ella representa un preciado tesoro.

“Precisamente por sus trenzas de chiquita a mi abuelita le decían Adelita la Guerrillera. Ella nació el 24 de diciembre de 1917 en la colonia García Ginerés, aquí en Mérida, su papá era de Morelia”, comenta la maestra Delfina Margarita, quien en la actualidad radica en Chetumal.

Precisamente ahora en una de sus visitas a la capital yucateca por motivos de trabajo, se dio la oportunidad de que nos platicara acerca de Adelita, cuya familia se mudó a la calle 71 por 78, a la esquina de la Zacatecana, cuando entonces tenía seis años.

Doña Delfina tuvo tres hermanos, y recuerda que su madre falleció muy joven, a los 43 años, cuando ella tenía 13; seis años antes su padre se desligó de la vida.

En la actualidad vive en la casa que fuera de sus suegros, quienes con el paso del tiempo se la dejaron a su hijo, Guadalupe Vega Méndez, con quien Adelita se casó cuando tenía apenas 16 años.

Dicho predio está ubicado en el número 759 A de la calle 60 sur, lugar en el que cada vez que hay oportunidad la familia se reúne para convivir en torno a doña Delfina, para que en amenas charlas les platique de todos las cosas que vivió con sus amigas del rumbo, con las que acostumbraba jugar las cartas para pasar el tiempo.

“En la actualidad, mi abuelita juega con sus hijos dominó y cartas con apuestas de a peso, y para hacer más ameno el juego no falta un buen vaso de refresco, que tan es su bebida favorita que en son de broma dice que es lo que le ha permitido vivir muchos años”, comparte la maestra Margarita, quien añade que doña Delfina igual disfruta mucho de una taza de café negro acompañada de sus galletas, preferentemente de conocida marca yucateca, la del globito y bizcochito.

Y si hablamos de sus comidas favoritas, no puede faltar el makum de pescado y el cazón, además de la fruta y qué decir de los dulces de grosella, del nance en habanero y la grosella curtida, que preparaba y dejaba envasados en grandes frascos, que eran muy apreciados por los niños de la casa.

Por cierto que don Guadalupe, el esposo de doña Delfina, fue policía y trabajaba en la inspección de policía y estuvo comisionado 4 años en la casa del entonces gobernador Ernesto Novelo Torres, luego pasó a la casa del gobernador José González Beytia, quien cuando cambió los pisos de su casa, se los obsequió y aún los conserva en esta vivienda de la 60.

“Algo que siempre ha caracterizado a mi abuelita es que para ella no hay imposibles, desde joven trabajó porque la cuestión económica no era tan buena, pasaron muchas carencias pero urdiendo hamacas o elaborando vírgenes, así como reparando planchas y radios a los vecinos, obtenía unos pesos que fueron de gran ayuda para sacar adelante a sus hijos”, contó.

Hoy en día, doña Delfina goza de buena salud, a pesar de que recientemente sufrió una caída, pero esto no impide que de vez en cuando repare o urda hamacas, y lo hace sin lentes, tiene una excelente memoria para acordarse de fechas o de alguna situación en particular, sigue sacando sus cuentas y disfruta mucho de leer el periódico y de ver las noticias y las misas por televisión.

Doña Delfina se dice agradecida con la vida y disfruta de su familia, por ello, su mayor deseo es que siempre se mantenga unida.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

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