Por Marcial Méndez
Así como un idioma en común es indispensable para poder comunicarnos eficientemente con quienes nos rodean, un conjunto de puntos de referencia compartidos es necesario para tener algo de qué hablar y asegurar que todos estemos en la misma sintonía. Entonces, nada mejor que el arte popular: esas películas, canciones y series que (casi) todo el mundo se ha chutado.
Su importancia va más allá de verse excluido de conversaciones sobre Game of Thrones, Breaking Bad u cualquier otra serie de renombre que no hemos visto aún. Además de la inclusión que permite, el consumo de lo popular facilita la comunicación en la medida en la que nos aporta referentes más accesibles: no todos habrán leído tal o cual libro sobre deontología o utilitarismo, pero chance y sí han visto Misión Imposible: Repercusión y a partir de ahí uno puede abordar esos conceptos y entablar una discusión que, de otra manera, hubiera sido más difícil de arrancar.
Claro que lo popular no siempre es el mejor punto de referencia, a veces una obra “oscura” ejemplifica mejor cierta idea que un blockbuster más conocido. Dependiendo de con quienes estemos conversando, a veces podremos recurrir a la primera, pero no siempre es así. Esto no quiere decir que haya que consumir todo lo popular para estar “en sintonía” con la mayoría, más tampoco es deseable encerrarnos en la burbuja que implica el caso opuesto.
¿Tú qué opinas?, ¿necesitamos de lo popular en nuestras relaciones con los demás o podemos prescindir de ello?
