La lógica del nuevo plan petrolero

Por Jonathan Ruíz Torre

Ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador nos fijó y encaminó en la ruta del consumo de combustibles fósiles para movernos y trabajar. Ayer también hubo otra confirmación muy relevante:

“Me da tristeza decir que no vamos a poder desarrollar lo que quisiéramos, la petroquímica, porque no tenemos condiciones, ante la crisis”.
La lógica es sacar crudo y en lugar de venderlo al extranjero, convertirlo en combustibles y electricidad para los mexicanos, de acuerdo con lo que él comunicó ayer y anunció desde su primera campaña política.

Luce adecuado discriminar la petroquímica que produce los plásticos como los que ustedes tocan en este momento, Estados Unidos se adelantó con una inversión de 200 mil millones de dólares en infraestructura de procesamiento petrolero —principalmente en el sector petroquímico— que sus empresarios aplican bajo su propio riesgo desde 2010.

Si bien merece análisis participar en este negocio, hay que priorizar en el uso de los recursos de contribuyentes como ustedes, ahora que el gobierno juzga inadecuada la inversión privada:

“Vamos primero a extraer materia prima, que también les digo, no es para producir tres millones de barriles diarios, mucho menos tres millones 400 mil barriles, que se llegaron a extraer en el 2004. No. Estamos pensando de manera realista, en dos millones 400 mil barriles, para el 2024, porque con eso tenemos. Con eso vamos a abastecer nuestro consumo interno y no vamos a comprar crudos”, dijo el mandatario al explicar que añadirá unos 75 mil millones de pesos o 4 mil millones de dólares del dinero de los mexicanos al plan de inversión del año entrante de la petrolera estatal.

Siendo así, los mexicanos invertiremos de nuevo en un negocio modelo 1870, cuando John D. Rockefeller convirtió su refinería de Cleveland, Ohio, en la Standard Oil, al conseguir dinero prestado para comprar otros activos y terminar controlando aproximadamente el 90 por ciento del negocio del petróleo y la refinación en Estados Unidos. Más o menos como Pemex lo hizo mediocremente desde mediados del siglo pasado.

Otra confirmación importante: “Yo necesito un responsable con todas las facultades y con todas las responsabilidades. Uno. Y el responsable de extraer el petróleo que necesitamos, de sacar adelante a Pemex, en cuanto a la producción petrolera, va a ser Octavio Romero Oropeza. Y aunque a él también le corresponda lo de la rehabilitación de las seis refinerías y la construcción de la refinería aquí, de Dos Bocas, él va a ayudar, porque le corresponde, pero la responsable va a ser Rocío Nahle”.

El director de Pemex ya no velará por la actividad de refinación. Ése es tema de la secretaria de Energía, quien también habrá de ver todos los temas de regulación, incluidos los permisos para ese sectorcito de energías renovables del que se escucha ya poco.

Los tecnócratas que de a poco abandonan el gobierno no tienen más que encogerse de hombros y criticar esta estrategia del mandatario morenista.

Quizás olvidaron que la meta de no perder la importante calificación crediticia del país los volcó al torpe retiro de las inversiones en Pemex; al desinterés por el uso del dinero metido a la refinación, expuesto a la corrupción; a la falta de tenacidad para atacar el robo de combustibles y a la nula atención del público al que solo le subían el precio de la gasolina sin explicarle siquiera cuánto cuesta producir un litro del combustible en las refinerías nacionales.
Los mexicanos regresan a un esquema viejo, pero ahora sí lo harán de manera útil y se portarán bien. Ojalá que sí bajen los precios, eso podría ayudar.

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