La Mañanera

Por Eduardo Ancona

Mucho se han criticado las conferencias de prensa matutinas que desde su llegada a la Presidencia ha implantado Andrés Manuel López Obrador. Que si las ha convertido en un púlpito, que si secuestra la agenda, que si no responde nada, que si agrede a la prensa. Más allá de que lo anterior sea o no cierto, creo que gran parte de las críticas contra las conferencias mañaneras han sido dirigidas al objetivo equivocado. Este mecanismo de comunicación no es novedoso en AMLO, desde sus años como Jefe de Gobierno del Distrito Federal y a lo largo de sus tres campañas presidenciales el tabasqueño ha implementado las mañaneras para atender dos objetivos principales. El primero es controlar la agenda noticiosa. Las conferencias son a las 7 de la mañana para que en los horarios de mayor audiencia de los noticieros matutinos -Ciro Gómez Leyva en Fórmula y Carlos Loret en Televisa- los puntos clave estén emanando de la conferencia y sean seguidos a lo largo de ese día y los siguientes, reacciones y rectificaciones incluidas. Basta con revisar cualquier sitio serio de noticias a la mitad de cualquier mañana para ver que la nota principal en la mayoría de los casos remite a algo dicho en la conferencia del Presidente. Mientras otros gobiernos, por ejemplo, el de Peña Nieto, eran como una pelota que volaba en una cancha de frontón incapaz de controlar su movimiento y sin posicionar un solo tema, la actual administración lo hace todos los días. El otro gran objetivo es crear lo que los expertos en comunicación llaman un blitz, esto es atiborrar la agenda de información todos los días para hacer imposible a los medios dar un seguimiento profundo y, por tanto, un cuestionamiento riguroso a cada tema.

Las críticas a la conferencia presidencial, son más bien críticas al Presidente y al contenido de estas. El mecanismo, en sí mismo, no solo debe aplaudirse, sino que podría ser aprovechado mucho más por los medios. Los reportes que cubren la fuente de presidencia en más de una ocasión se limitan a cuestionamientos suaves, sin repreguntas y con poco respaldo en datos duros. Si bien como señaló Jorge Castañeda en El Financiero existen buenas razones para que los medios no manden a sus periodistas estrella a estas conferencias, también existen grandes razones para exigirle a esos mismos medios encargarse de hacer cuestionamientos duros, todos los días, al Presidente: México está fuera de control y en este sexenio, a diferencia del pasado donde Peña no dio una sola conferencia de prensa, hay la oportunidad de confrontar los hechos todos los días. No nos podemos dar el lujo de perderla.

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