La medicina tradicional china repara la salud con hierbas y agujas

Según el sistema de diagnóstico y tratamiento, cuyos conocimientos se remontan a hace más de 2,500 años, la enfermedad aparece cuando se altera el flujo de la energía vital

Ancestral, milenaria, mística… Alrededor de la medicina tradicional china (MTC) hay una especie de aura etérea y mágica. De hecho, jamás se ha demostrado la existencia ni de la energía o fuerza vital llamada “Chi” ni de los conceptos del Yin y el Yang, pilares básicos en los que se basa la MTC.

Tampoco ha sido ningún obstáculo para la MTC que estos principios contradigan lo que sabemos a ciencia cierta del funcionamiento del cuerpo humano. Según este sistema de diagnóstico y tratamiento, cuyos conocimientos se remontan a hace más de 2,500 años, la enfermedad aparece cuando se altera el flujo de la energía vital y existe un desequilibrio del Yin y el Yang.

Por tanto, el papel de la MTC es restablecer ese equilibrio para restaurar la salud mediante acupuntura, hierbas medicinales, moxibustión, terapias manuales…

Puede que hace milenios, cuando los conocimientos médicos eran limitados y muy pobres, estas ideas tuvieran algún sentido. No obstante, aceptarlas en la actualidad supone tirar por la borda multitud de años y esfuerzos de investigación médica para establecer sólidos conocimientos sobre cómo funciona el cuerpo humano y cómo se producen las enfermedades. Si en su momento desechamos la ancestral y milenaria teoría de los humores, ¿por qué sigue vigente la MTC?

Desafortunadamente, la repuesta se halla más en razones socioculturales y políticas chinas que en las evidencias científicas y la eficacia de sus tratamientos. Tras la caída de la dinastía Qing en 1911, la MTC se prohibió por considerarse superchería y su práctica fue en claro declive. Sin embargo, tras 1949, con la Instauración de la República Popular China, y la falta de recursos para tratar a toda la población con la medicina moderna, se recurrió a la MTC como una alternativa mucho más asequible para atender a la gente. Además, los aldeanos, que apoyaban con fuerza la República, eran creyentes de esta disciplina.

DEPRESIÓN

En 1993 la mayoría de la gente “no sabía lo que eran los ataques de pánico”. Parece mentira pero así es. Antonio Cano Vindel, catedrático de la Universidad Complutense, es el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS): una entidad sin ánimo de lucro.

Texto y foto: Agencias

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