La paridad monetaria pone en evidencia a Pemex.

Cuando el precio internacional de venta del barril de petróleo costaba mas de cien dólares, incluso cuando bajo a márgenes mas estrechos, digamos hasta los sesenta dólares, nadie ponía en entredicho la eficiencia productiva de Pemex.

Sin embargo cuando el precio llego recientemente a mínimos históricos, alrededor de menos de los treinta dólares en promedio, porque en ocasiones esa cifra ha sido menor, el asunto de la productividad se vuelve el tema mas importante de análisis.

Porque en el transcurso de la crisis derivada de la reducción de los precios, lo que parece ser lo mas preocupante, es la cantidad de dinero que el gobierno mexicano deja de percibir por la venta del hidrocarburo.

Esto sin caer en cuenta que nunca antes, se había puesto real atención a los costos de producción, como los márgenes eran tan amplios eso no importaba o pasaba a un segundo termino muy lejano.

Sin embargo en estas condiciones, la coyuntura se vuelve extraordinariamente negativa, porque el argumento es que materialmente en estos momentos estamos vendiendo el petróleo, casi al mismo precio que nos cuesta.

Evidentemente esta crisis, no solo nos golpea en el ingreso, peor aun pone en evidencia la capacidad de la empresa paraestatal, en entredicho su operatividad en el manejo del balance de sus costos y utilidades.

A fines del año pasado, Pemex producía dos millones trescientos mil barriles diarios, con una planta laboral de casi ciento cuarenta y tres mil trabajadores, es decir que eso significa que el costo de producción de cada barril implica al menos dieseis empleados.

En teoría los costos de extracción de Pemex varían de 7 a 10 dólares por barril en aguas someras, mas otros 10 dólares para los otros gastos, de tal suerte que en promedio estamos hablando de entre 17 y 20 dólares, contra los mismo 20 a los que ha llegado a venderse.

Si esas cifras se comparan con las de cualquier otra empresa del ramo en el mundo, Pemex es la mas improductiva y esa es una situación que independientemente del curso de la Reforma Energética, tendrá que resolverse de inmediato.

Estamos perdiendo el doble, por un lado por la baja del precio que infiere en la disminución del ingreso, pero también porque la ineficiencia supone si no una perdida, si al menos un margen demasiado estrecho de utilidad.

Mas aun si se considera que la situación no va a mejorar en el corto plazo, primero porque los precios no van a subir en un buen rato, porque además cuando tengan un repunte este será paulatino.

Entretanto en las condiciones actuales, eso infiere una perdida marginal demasiado onerosa, pero que igualmente es el reflejo de años de abandono y abuso de los beneficios que nos otorga nuestra principal materia prima.

Los países árabes, los principales pero sobre todo mas eficientes productores de petróleo, además de operar con números negros, pueden darse el lujo de mantener su producción actual aun y cuando el precio esta bajo.

De hecho eso es parte de su estrategia para debilitar a sus competidores, como lo ha reconocido el presidente de la principal empresa petrolera de Arabia Saudita, dando una señal mas que clara de sus objetivos de mediano plazo.

Si a eso le sumamos que los principales consumidores, como China por ejemplo han mantenido su consumo y no se prevé que de acuerdo a la situación actual vaya a aumentar.

Hay mucho petróleo disponible y menos mercados para colocarlo, lo que establece una competencia en exceso feroz, donde solo quien sea mas eficiente obtendrá beneficios.

Desde este punto de vista el problema ya no esta solo en tener clientes para los barriles de petróleo, sino que la reducción del precio además de la disminución del ingreso, obliga a revisar las cuentas y las de Pemex son las peores.

Además del impacto negativo que la reducción de los precios genera en las finanzas publicas, altamente dependientes del venta del hidrocarburo, bajo este análisis es tanto o mas grave que, lo que se percibe por su comercialización cuesta casi lo mismo que producirlo.

En términos reales, como empresa el balance seria correspondiente a un estado de perdida y eso en el ámbito comercial es lo mas cercano a una quiebra, lo que hace que necesariamente Pemex tenga que acelerar los conceptos que dieron sustento a la aprobación de la reforma del sector.

La Reforma Energética contempla que empresas privadas participen en el sector, que asuman y compartan el papel de Pemex, aunque en rangos de tiempo, que ahora parecen muy lejanos a diferencia de cuando se aprobó.

De cualquier manera en algún momento esa presencia y participación, conllevaría que Pemex se reajustara acorde a su realidad y desempeñara eventualmente la parte que mejor le conviniera, en un esquema mucho mas ventajoso.

Desde ese punto de vista el debate ya no puede circunscribirse únicamente a la renta petrolera, ahora por obligación habrá que incorporar a la discusión la imperiosa necesidad de una reorganización de eficiencia productiva de la empresa paraestatal.

Cuando se discutía la aprobación de la reforma, nadie imagino un escenario como este, en las condiciones actuales hubieran sido argumento mas que suficiente para aprobarla sin discusión.

 

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Guillermo Vazquez Handall 

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