La paz en tiempos del Coronavirus

Desde que se celebra el Día Internacional de la Paz, declarado por la ONU en 1981, el mundo no había enfrentado una amenaza tan fuerte y omnipresente como la actual crisis sanitaria causada por el coronavirus.

“Nos enfrentamos a un enemigo común: un virus mortífero que está causando un sufrimiento enorme, destruyendo medios de vida (e) intensificando las tensiones internacionales”, afirmó el secretario general de la ONU, António Guterres, en un video con motivo de la fecha del Día Internacional de la Paz.

  Precisamente por ello, la emergencia del coronavirus es el tema central de esta nueva celebración, que aboga por la unión y la cooperación en medio de uno de los años más tensos para la diplomacia global. 

  A la par con la pandemia, el mundo se enfrenta al deterioro de las relaciones entre las potencias nucleares, al recrudecimiento de los conflictos armados, a una de las crisis de refugiados más agudas de la historia y a los desafíos del cambio climático.

  De ahí que, en marzo de este año, Guterres haya reclamado un alto al fuego mundial con el fin de “instar a las partes beligerantes de todo el mundo a que depongan las armas y trabajen en pro de la armonía”.

  No obstante, pese a que en el papel su llamado contó con un amplio apoyo internacional, en la práctica la guerra sigue vigente en muchas partes del mundo, donde los armados ven oportunidad en medio del caos.

CRISIS HUMANITARIA SIN PRECEDENTES

  El mundo vive hoy una de las peores crisis humanitarias de su historia reciente. Paralelo a la emergencia sanitaria por el COVID-19, se calcula que el 1% de la población mundial se encuentra desplazada por la violencia, según el informe anual de 2019 del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR).

  En cifras, eso significa que 79.5 millones de personas han tenido que abandonar su hogar por la guerra. De ese total, según calculan, de 30 a 34 millones son niños.

  La situación es todavía peor si se tiene en cuenta que el 85% de la población refugiada vive en países en desarrollo. Eso significa que, a pesar de haber logrado huir de sus países, los migrantes no tienen la garantía de poder satisfacer sus necesidades básicas.

  Según el informe de ACNUR, los países que más refugiados han acogido son Turquía, Colombia, Pakistán, Uganda y Alemania.

En cambio, las principales fuentes de migración están encabezadas por Siria, Venezuela, Afganistán, Sudan del Sur y Myanmar.

En Sudamérica, por ejemplo, se vive una grave crisis humanitaria ocasionada por la migración masiva de venezolanos que huyen de su país. ACNUR estima que de los 4.9 millones de migrantes de Venezuela, 4.1 viven en otros lugares de Latinoamérica o el Caribe.

  No obstante, el principal lugar de acogida de migrantes venezolanos es Colombia, su país vecino, que ya de por sí está en crisis por los “enfrentamientos entre grupos armados ilegales, el desplazamiento a gran escala y el asesinato de líderes sociales”, de acuerdo con ACNUR.

  Algo similar sucede en Yemen, un país en guerra que refugia a más de 260,000 desplazados en Oriente Medio, a pesar de que según la ONU “el 80% de su población necesite ayuda humanitaria para sobrevivir”.

DESAPARICIÓN DEL FRENO NUCLEAR

  Este está siendo un año especialmente difícil para la diplomacia en el mundo. A la crisis económica derivada del coronavirus, se suma al hecho de que “las relaciones entre los estados poseedores de armas nucleares se están deteriorando”, según afirmó la ONU en un comunicado.

En enero, por ejemplo, Irán abandonó el acuerdo nuclear que había firmado en 2015 con las grandes potencias. Esto, después de que Estados Unidos ordenara un ataque en Bagdad que terminó con la muerte del general iraní, Qasem Soleimani.

Sumado a ello, hay que recordar que, aunque en el mundo se ha reducido considerablemente la existencia de armas nucleares, hoy en día aún existen 14,000 en posesión de distintas naciones, de acuerdo con cifras de la ONU.

En ese sentido, es un hecho preocupante el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia y su retiro del Tratado de las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que fue crucial para el fin de las tensiones en la Guerra Fría.

Asimismo, complican aún más el panorama el aumento de fabricación y pruebas de misiles nucleares por parte de Corea del Norte y la renuencia de China a formar parte de un nuevo tratado nuclear con Estados Unidos y Rusia.

LA DELINCUENCIA, LÍDER EN MORTALIDAD

Según el Estudio Global de Homicidios de la ONU en 2019, la delincuencia es la principal causa de muertes violentas en el mundo, incluso superando a las producidas en el marco de los distintos conflictos armados. 

De acuerdo con el informe, tan solo en 2017 se produjeron 464,000 homicidios en el mundo, mientras que 89,000 personas murieron como consecuencia de la guerra.

Conforme a los registros de la ONU, América y África son los continentes más peligrosos, pues concentran el 72.5% de los homicidios a nivel global. Solo en estos dos territorios fueron asesinadas 336,000 personas en 2017.

En América, continente con el mayor número de muertes por armas de fuego, la ONU afirma que gran parte de los adolescentes “enfrentan un alto riesgo de convertirse en víctimas de homicidio”.

Finalmente, en relación con los feminicidios, el informe concluyó que de las 50,000 mujeres asesinadas en 2017, el 58% fueron víctimas de sus parejas u otros miembros de su familia y el 42%, de una persona ajena a su núcleo familiar.

LIBERTAD DE PRENSA Y LAS GUERRAS INVISIBLES

Otro de los grandes obstáculos para el mantenimiento de la paz mundial, son los ataques a la prensa. Tan solo en lo que va de año, han sido asesinados en el mundo 20 periodistas y 249 han sido encarcelados por ejercer su labor, según cifras de Reporteros sin Fronteras (RSF).

De acuerdo con RSF, los países con más censura son Corea del Norte, Turkmenistán, Eritrea, China y Yibuti. En todos estos, son frecuentes la persecución judicial a los periodistas, el encarcelamiento, la erradicación de los medios independientes, la tortura y el control excesivo sobre los corresponsales extranjeros.

  En Corea del Norte, según denuncia RSF en su portal web, la situación es tan grave que “cualquier ciudadano puede ser enviado a un campo de concentración por el simple hecho de consultar un medio de comunicación extranjero”.

  Por otro lado, de la censura a la prensa también se deriva otro de los grandes obstáculos para la paz: las guerras invisibles. Es decir, aquellas con baja cobertura mediática a pesar de su gravedad.

Un claro ejemplo de ello, puede ser el conflicto en la República Centroafricana, donde 500,000 personas han sido desplazadas y 10,000 niños han sido “forzados a trabajar como soldados, cocineros o esclavos sexuales”, según un reciente informe de ACNUR.

Texto y foto: EFE

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