La policía federal y el hombre alto

Por Eduardo Ancona

Durante la semana pasada reventó el mayor reto político de la actual administración federal. Elementos de la policía federal (PF) tomaron uno de sus principales centros de operación y bloquearon algunas de las principales vías en torno a el.

Lo que al principio pareció un acto sorpresivo deja de serlo al analizarlo a la luz de lo ocurrido en los últimos meses. La policía federal es una hija de los años del PAN en el gobierno federal: un cuerpo civil, nacional, que compensara la evidente incapacidad y/o corrupción que reina en muchas policías locales (siendo, sin lugar a dudas, la mayor excepción el caso de éxito de Yucatán desde hace décadas) y le diera un mandona la federación sin recurrir a la militarización de la seguridad pública que la constitución reserva a los civiles. Así, la policía federal nació y terminó por sumarse al ejército y la marina

-Constitución aparte- en las labores de seguridad pública, particularmente a partir del gobierno de Calderón. Nunca fueron secretas las diferencias entre civiles y militares en la materia durante los últimos sexenios: la difícil coordinación siempre fue fuente de conflictos, y recientemente se han ventilado los roces entre los titulares de Marina y Defensa con Gobernación (entonces cabeza de la PF) durante el gobierno de Peña Nieto. Así, llegada la 4T la policía federal ha sido duramente criticada y señalada como responsable de incontables corruptelas y acciones contrarias a los derechos humanos, algunas de ellas ciertas y otras no, como todo en esta vida.

Sin embargo, lo que explica la inconformidad de los policías tiene que ver con la creación de la guardia nacional, punta de lanza de la nueva estrategia contra la violencia. Se planea que la PF desaparezca y que sus elementos se integren a la nueva guardia, lo cual los obliga a trabajar bajo un mando militar con condiciones laborales y prestaciones distintas… o sea, peores. Esta es la principal causa de la molestia de los federales. Más allá de la razón que pueda o no asistirles -lo ignoro- no debe perderse de vista que esta no es una huelga laboral típica, porque no se trata de trabajadores típicos.

Las fuerzas federales encargadas de la seguridad en México desde que nos sumergimos en la absurda guerra contra las drogas (a saber, ejército, marina y PF) son una suerte de sabana pequeña que trata de tapar a un hombre alto: al cubrirle los pies se le destapa el pecho, y al cubrirle el pecho se le destapan los pies. En múltiples ocasiones se ha probado que simplemente no hay suficientes elementos para cubrir todas las zonas del territorio que requieren de las fuerzas federales para mantener el mínimo orden. El despliegue masivo de elementos federales en una zona suele implicar el descuido de otra. Ese será un primer costo de oportunidad del despliegue de la guardia nacional en la frontera sur, y será también la principal consecuencia del levantamiento de la policía federal si no se logra resolver pronto.

 

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