La prensa ante la tragedia

Por Eduardo Ancona

El viernes pasado nos escandalizamos. Llegó por medio de la prensa una de esas notas que estremecen la medula y enfrían los huesos. Durante una sesión en la Cámara de Diputados Carmen Medel, legisladora perteneciente a la bancada de Morena, recibió una llamada. De esa que marcan un antes y un después. Habían matado a su hija. Estaba saliendo de un gimnasio en Veracruz y fue acribillada por alguien que hoy conocemos como el Richy. Le invadió la desesperanza inevitable.

Un legislador estaba en tribuna cuando se empezaron a escuchar gritos desgarradores, hay mi hija, hay mi hija. Unos segundos después el Presidente de la Mesa Directiva se enteró de lo sucedido y declaró un receso. Para ello la diputada, en medio de un ataque nervioso y cercana al colapso emocional, ya era asistida por sus compañeros de bancada y por el personal de apoyo legislativo. La Camara Baja, que es la Cámara brava, enmudeció. El dolor y la empatía borró cualquier división entre los legisladores. Cualquier afán distinto al de ayudar. Con una excepción. La presa encendió sus cámaras y luces. Hambrientos de sangre y deseosos de alimentarse del dolor ajeno, se acercaron a la zona en donde se encontraba la Diputada Medel y a pesar de las insistentes peticiones de los legisladores y el personal de la Cámara, continuaron “reportando”. Envileciendo el oficio de informar.

¿Cual es la nota? ¿Cual es la relevancia o el interés púbico de un suceso de este tipo? Sin duda una manifestación más de la violencia que azota al país y llega a una legisladora federal el noticiosa: la violencia continua desatada y no conoce límites ni distinciones laborales o de poder. Noticioso sin duda. Sin embargo, ¿cual es la relevancia pública de las imágenes que dan cuenta del dolor no de una diputada, sino de una madre? Absolutamente ninguna. La falta de ética y la voracidad que demostraron los reporteros de la fuente de la Cámara de Diputados que corrieron hacia la diputada y, a pesar de su estado, continuaron grabando no sólo se excedieron de manera considerable en el ejercicio de su función. Hicieron una bajeza.

Los tiempos de asedio contra la prensa, deben ser también de autocrítica. Quien está encargado de reportar los hechos o decidir que sale debe hacerlo desde un alto estándar ético. Un estándar que, al menos, lo separe de la vileza sobre la que debe informar.

 

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